El Llamado de la Iglesia – Génesis 24


person Autor: John Nelson DARBY 85

flag Tema: El carácter celestial de la Iglesia


1 - Introducción

Todo está en su comienzo en Génesis. Resume, en cierto sentido, toda la Biblia. Nos muestra el comienzo de las 2 alianzas, el juicio de Dios; introduce el gran principio del llamado de Dios y revela los consejos de Dios en la vida de los patriarcas. Caín y Abel personifican las 2 familias del hombre; Abraham es llamado a dejar su patria e ir a donde Dios le indique. Este llamado tiene lugar cuando Satanás se ha manifestado como príncipe del mundo y se hace adorar (Jos. 24:2).

2 - Isaac, imagen de Cristo resucitado y Cabeza de la Iglesia

Entonces Dios elige un pueblo; Isaac se convierte en el tipo de Cristo resucitado; es el hijo de la promesa, el tipo de Aquel que es la Cabeza de la Iglesia. La Iglesia es la Esposa de Cristo, como Rebeca es la esposa de Isaac.

3 - Eliezer, imagen del Espíritu Santo que viene a buscar a la Iglesia

En el capítulo 24, encontramos el tipo del llamado de la Iglesia. Eliezer fue enviado a buscar a Rebeca, como el Espíritu Santo vino a buscar a la Iglesia.

La fe reconoce su posición, confía en la revelación de la Palabra de Dios y actúa en consecuencia. Eliezer dijo: «Bendito sea Jehová, Dios de mi amo Abraham» (Gén. 24:27). Dios ya se había manifestado bajo este carácter. Dios es el Dios de nuestro Señor Jesucristo. Cuando la fe actúa, se apoya en las promesas de Dios ya reveladas, y está segura de ser satisfecha. Por eso Eliezer tiene plena confianza. Incluso cuando hay apariencia de respuesta, la fe espera que la voluntad de Dios se manifieste con certeza.

4 - La Iglesia se pone en camino hacia Cristo, su vocación es celestial

Isaac estaba en Canaán; él mismo no va a buscar a su esposa; Abraham había prohibido a Eliezer que llevara a Isaac a la esposa que le había encontrado. Jesús ha terminado con el mundo; es en este mundo donde el Espíritu viene a buscar a la Iglesia, pero ella no debe permanecer allí; su vocación es celestial; no puede tener nada en común con el mundo, sin perder su comunión con Cristo. Debe salir de este mundo para ser conducida a él.

5 - Cristo, el objeto del amor del Padre que le da todas las cosas

Abraham dio a Isaac todo lo que tenía (v. 36). Este es el consejo de Dios para Cristo (Juan 17). El Espíritu Santo nos presenta a Cristo como el Hijo a quien el Padre se lo ha dado todo. Es de esta manera que la Iglesia es llamada: Cristo le está presentado como el objeto del amor del Padre. El Padre ama al Hijo y le ha dado todas las cosas.

6 - El Espíritu Santo toma lo que es del Padre y nos lo comunica

Eliezer tenía autoridad sobre todo lo que había en la casa de Abraham (v. 2). Este es el carácter del Espíritu Santo; toma lo que es del Padre para comunicárnoslo. Eliezer confía a Rebeca algunas de las riquezas de Abraham; la Iglesia está atraída por las gracias que el Espíritu Santo aporta a quienes están llamados a componerla.

7 - La Iglesia debe abandonar sus vínculos con el mundo

Rebeca debe dejarlo todo. Si la Iglesia sigue al Espíritu Santo, debe dejarlo todo, deben romperse todos los lazos con el mundo, Cristo debe ser enteramente el Maestro; pues no puede compartir con Satanás el corazón de su esposa. El trono de Cristo y el de Satanás no pueden existir juntos. Labán y Betuel tratan de retener a Rebeca, pero Eliezer no quiere ser retenido. Cuando el Espíritu Santo actúa, solo tiene un objeto, la gloria de Cristo, la voluntad del Padre. Jesús prohibía a los que enviaba que saludaran a nadie por el camino. Un corazón lleno del Espíritu Santo solo está preocupado de Cristo. Dejamos todo, porque nuestros afectos están en otra parte; esto es lo que permite dejar padre, madre, campos y la propia vida. Es imposible que un hombre persiga 2 objetivos; está determinado por uno o por otro. Quien duda entre 2 objetivos nunca hace nada. Un hombre cuyo negocio ocupa su tiempo, no tiene tiempo para nada más que para su negocio; pero si tiene un hijo enfermo, se olvida de todos sus negocios por el bien de su hijo. El que busca las riquezas no busca a Cristo. Él debe dominarlo todo en nuestros afectos. Nada prueba mejor la presencia del Espíritu Santo en el corazón, que esta decisión de la que da ejemplo Eliezer.

8 - El Espíritu Santo nos saca del mundo, son las riquezas de Cristo las que nos atraen

El Espíritu Santo vino para sacarnos del mundo; ese es su gran propósito en relación con nosotros. Eliezer solo hizo el largo viaje para buscar a Rebeca. Su corazón se siente atraído por los dones que él le trae. No es la ley la que nos atrae a Cristo, por miedo a la gehena; es el Espíritu el que nos atrae, tomando las cosas de Cristo para dárnoslas.

9 - Rebeca, imagen de la Iglesia, lo deja todo y va hacia Isaac, su futuro esposo

Rebeca lo deja todo y sigue al extranjero. «Sí, iré»; todo está en esas palabras. Es el corazón que renuncia a todo, porque ha saboreado lo que el Espíritu Santo le ha comunicado sobre las cosas de Cristo. El Espíritu Santo nos conduce directamente a él. Rebeca estaba aún lejos de Isaac cuando dijo: Sí, iré. Lo deja todo para ir adonde la conduce Eliezer. ¿Mostramos también nosotros esta obediencia al Espíritu Santo?

10 - Isaac, imagen de Cristo, va al encuentro de Rebeca guiada por Eliezer

Isaac salió del lugar donde Agar había sido expulsada de la presencia de Abraham para encontrarse con Rebeca (v. 62; comp. 16:14). Tenía un lugar preparado para su esposa.

Eliezer no se limita a dar a Rebeca algunos conocimientos y convicciones, para luego dejarla donde estaba; no, la toma y la lleva a Isaac. Muchos cristianos piensan en introducir el cristianismo en el mundo, pero eso no es tomar una esposa para Cristo. La Iglesia debe ser suya y solo suya. La fidelidad de una esposa consiste en poner todo en orden en la casa, según la voluntad de su marido. El corazón debe ser enteramente de Cristo. «Hombre de ánimo doble, inconstante en todos sus caminos» (Sant. 1:8).

11 - ¿Hemos dicho: «Sí, iré», teniendo Cristo derechos sobre nuestros corazones?

¿Hemos dicho: «Sí, iré»? La acción del Espíritu Santo nos presenta a Cristo como teniendo derechos sobre nosotros; el mundo no los tiene; su amistad es enemistad contra Dios.

Cuanto más se alejaba Rebeca de las tiendas de Labán, más se acercaba a las de Isaac.

Que Dios nos conceda la gracia de comprender los atractivos que hay en Jesús, que se entregó completamente por nosotros, para que nosotros también nos entreguemos completamente a él.

Traducido de «Le Messager Évangélique», año 1893, página 347