El Señor Está Cerca

Miércoles
25
Diciembre

Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros… lleno de gracia y de verdad.

(Juan 1:14)

Jesús vivió entre nosotros

¡Qué hecho tan asombroso se nos presenta en esta corta frase! Nos habla de aquel que era antes que el tiempo existiera (v. 1), que puso en movimiento a todas las fuerzas de la naturaleza e hizo que el universo palpitara de vida. Él es la expresión exacta de los pensamientos infinitos y la gloria eterna de la Deidad. Y lo más sorprendente de todo es que él (el Verbo eterno), que siempre ha sido y siempre será, se hizo carne y habitó entre nosotros. Participó de carne y sangre para poder acercarse a nosotros sin causarnos terror. Es por esto que las almas que lo han recibido están tan llenas de asombro y adoración a él.

No vino como un rey que visitaría a sus súbditos en sus humildes hogares, hablando palabras amables con ellos, para luego irse y olvidarse de ellos: no, él habitó entre nosotros. No había distanciamiento con él; entró en las circunstancias de la vida; participó en las alegrías y tristezas de los hombres; y también los visitó en sus hogares. Se acercó a ellos, se hizo infinitamente accesible incluso para los más pobres y pecadores.

¡Qué encanto tan inagotable y creciente tiene esto para nuestras almas! Es infinito en altura y profundidad. La gracia y la verdad están en Aquel que habitó entre nosotros, incluso cuando habitaba en el seno del Padre como el Hijo unigénito. Ha traído el amor de ese seno a nosotros y lo ha revelado, no para ser admirado solo en el día de reposo en el templo, sino para obrar todos los días de la semana, sin descanso, para aliviar las necesidades de los hombres y llenar sus almas de alegría.

La verdad estaba en él. Vino de la gloria de Dios para revelarla y trajo la gracia que satisfaría nuestras necesidades más profundas. Llenó la inconmensurable distancia entre la altura y la profundidad con la luz de su propia gloria.

J. T. Mawson

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