El Señor Está Cerca

Día del Señor
15
Diciembre

Esta es la ley del holocausto, de la ofrenda, del sacrificio por el pecado, del sacrificio por la culpa… y del sacrificio de paz.

(Levítico 7:37)

Los sacrificios levíticos

La ley mosaica describe cinco tipos principales de sacrificios, los cuales se encuentran en Levítico capítulos 1 al 7. Estas ofrendas se dividen en dos clases: las de olor grato y las ofrendas por el pecado.

Los sacrificios de olor grato: El holocausto (Lv. 1) nos habla del Señor Jesús cumpliendo la voluntad de Dios en su muerte, ofreciéndose a Dios “sin mancha” para su gloria y complacencia. La ofrenda vegetal (Lv. 2) nos habla de la perfección de Jesús como Hombre sin pecado, siempre obediente a la voluntad del Padre en su vida. El sacrificio de paz nos presenta a Jesús como Aquel que ha reconciliado al hombre con Dios al hacer la paz mediante la sangre de su cruz, permitiendo que los pecadores estén comunión con Dios. Este era el único sacrificio en el que quien ofrecía el animal recibía una porción para él.

Los sacrificios por el pecado: A diferencia de las ofrendas de olor grato, que eran opcionales, el sacrificio por el pecado y el sacrificio por la culpa eran obligatorios para expiar los pecados de quien había pecado. Estos sacrificios tipifican a Cristo como el que cargó con nuestros pecados (2 Co. 5:21; 1 P. 2:24). Hablan de los sufrimientos de Cristo mientras soportaba el castigo por nuestros pecados en la cruz, y como tales, no producían un olor agradable a Dios. El sacrificio por el pecado enfatiza la liberación judicial de la pena de nuestros pecados, teniendo en cuenta la naturaleza santa de Dios. La ofrenda por la culpa enfatiza la restitución por el daño causado por nuestros pecados, en vista de su justo gobierno.

En los sacrificios de olor grato, cuando el adorador ponía su mano sobre la ofrenda, esto significaba que él se identificaba con las virtudes de la ofrenda, las cuales la hacían aceptable a Dios. En el sacrificio por el pecado, en lugar de que el hombre se identificara con el olor grato del sacrificio, la ofrenda era la que se identificaba con el pecado del hombre: su pecado se transfería a la cabeza del animal. ¡Qué figuras tan maravillosas de la obra de nuestro bendito Señor Jesús!

Tim Bouter

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