El Señor Está Cerca

Martes
19
Noviembre

Habitaron los jefes del pueblo en Jerusalén; mas el resto del pueblo echó suertes para traer uno de cada diez para que morase en Jerusalén, ciudad santa… Y bendijo el pueblo a todos los varones que voluntariamente se ofrecieron para morar en Jerusalén.

(Nehemías 11:1-2)

Genealogías – Importantes para Dios (3)

Después de que se reconstruyó el muro y las puertas de Jerusalén, el pueblo pidió a Esdras, con la ayuda de los levitas, que les leyera la Ley de Dios. Querían entender más acerca de lo que Dios había ordenado. Esta lectura pública provocó una confesión sincera en los hijos de Israel, quienes acordaron escribir y firmar un acuerdo en el que se comprometían a obedecer los mandamientos de Dios.

En Nehemías 11 encontramos una lista de los nombres de las personas que vivían en Jerusalén, donde se encontraba el templo, el lugar central de adoración para Israel. Algunos se ofrecieron voluntariamente para vivir allí, mientras que otros fueron elegidos por sorteo. Estos nombres y números eran valiosos para Dios y han quedado registrados para nuestro beneficio. Cada persona tenía una función específica. No todos realizaban la misma tarea, pero todos servían juntos a Dios. Su ejemplo es relevante para nosotros hoy en día. El pueblo de Dios tiene diferentes tareas y servicios que realizar. El Espíritu Santo nos guía y puede cambiar las tareas que nos asigna a medida que maduramos espiritualmente.

En los versículos 4 al 24 encontramos una variedad de personas: descendientes de Judá; hombres valientes, supervisores, sacerdotes, un príncipe de la casa de Dios, encargados de la obra en el templo, cabezas de familia, hombres valientes; levitas, encargados de asuntos administrativos fuera del templo, uno que empezaba las alabanzas y acción de gracias al tiempo de la oración, porteros, netineos (sirvientes del templo) y cantores. También se menciona al comisionado del rey para los asuntos del pueblo. Cada persona desempeñaba un papel importante en el funcionamiento y la adoración en Jerusalén. Esto nos demuestra la diversidad de dones y responsabilidades en el pueblo de Dios.

Eugene P. Vedder, Jr.

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