El Señor Está Cerca

Miércoles
18
Septiembre

Jehová tu Dios te da esta buena tierra para tomarla; porque pueblo duro de cerviz eres tú.

(Deuteronomio 9:6)

Justicia y fidelidad

Israel debía entender que Dios no les estaba dando la tierra debido a su propia justicia, sino por la maldad de las naciones y su fidelidad a la promesa hecha a Abraham, Isaac y Jacob. Dios mismo iría delante de ellos como un fuego consumidor para destruir a las naciones de Canaán y cumplir sus promesas (Dt. 9:3-5).

Los israelitas no eran más justos que esas naciones, eran un pueblo duro de cerviz, provocador y rebelde. Incluso se inventaron un dios al que pudieran ver y ante el que pudieran permanecer impávidos. En cuarenta días perdieron toda impresión de la santidad de Dios después de que él se había revelado en el monte. Esto demuestra que las experiencias no transforman el corazón humano. Incluso una experiencia espiritual genuina no puede cambiar el corazón, porque “engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso” (Jer. 17:9). Sin embargo, en Cristo todas las cosas son hechas nuevas, y aquellos que están en él son una nueva creación (2 Co. 5:17).

Dios “nos escogió en él (Cristo) antes de la fundación del mundo” (Ef. 1:4) para “hacer notorias las riquezas de su gloria” en los “vasos de misericordia”, que antes habían sido meros “vasos de ira preparados para destrucción” (Ro. 9:22-23). Esto no es de nosotros, sino que es “don de Dios… para que nadie se gloríe” (Ef. 2:8-9). Podemos decir como el salmista: “No a nosotros, Señor, no a nosotros, sino a tu nombre da gloria, por tu misericordia, por tu fidelidad” (Sal. 115:1 NBLA). Además, debemos recordar que Dios “ha establecido un día en el cual juzgará al mundo con justicia” (Hch 17:31).

¡Que la fidelidad de Dios nos inspire a difundir el mensaje del Evangelio!

Alexandre Leclerc

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