El Señor Está Cerca

Sábado
17
Febrero

Porque Dios, que mandó que de las tinieblas resplandeciese la luz, es el que resplandeció en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo.

(2 Corintios 4:6)

Muéstrame tu gloria (2) – Mirar el rostro de Dios

Los acontecimientos relatados en Éxodo 33 - 34 deben entenderse a la luz de 2 Corintios 3. Después de que Israel pecara en el asunto del becerro de oro, Moisés intercedió por el pueblo. Entonces recibió la Ley por segunda vez, pero ahora mezclada con misericordia. Podemos darnos cuenta de esto último por la forma en que Jehová describió su nueva disposición hacia el pueblo: “Misericordioso y piadoso; tardo para la ira… que perdona la iniquidad” (Éx. 34:6-7). Algunos enseñan que esta mezcla de Ley y misericordia es lo que constituye en realidad al Evangelio, pero no es así. De hecho, fue esta misma combinación de Ley y misericordia la que el apóstol Pablo denomina como el “ministerio de muerte” o “ministerio de condenación” (2 Co. 3:7, 9).

Este ministerio tenía cierta gloria, “la cual se desvanecía” (2 Co. 3:7 NBLA), e iba a ser reemplazado por el “ministerio del Espíritu”, que es mucho más glorioso que todo lo que Moisés vio en el monte. “Lo que tenía gloria, en este caso no tiene gloria por razón de la gloria que lo sobrepasa” (3:10).

El creyente ahora puede contemplar la gloria del Señor y ser transformado por ella (2 Co. 3:18), pues vemos “la gloria de Dios en la faz de Jesucristo” (2 Co. 4:6). La gloria que vio Moisés fueron las “espaldas” de Dios, mientras que como cristianos podemos mirar directamente al rostro de Jesucristo.

¿Quiere ver la gloria de Dios? Entonces mire a Jesús (Jn. 1:18). Muy pronto veremos su rostro sin que la carne nos lo impida (Ap. 22:4). Pero no tenemos que esperar hasta entonces, ¡porque podemos empezar a contemplarlo desde ahora!

Brian Reynolds

H. H. Lemmel

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