El Señor Está Cerca

Martes
30
Enero

Si fueren destruidos los fundamentos, ¿qué ha de hacer el justo?

(Salmo 11:3)

El fundamento inmutable del cristiano

Se me vienen a la mente tres fundamentos:

1. El fundamento del gobierno: una de las características principales del gobierno es que el que “gobierne entre los hombres” debe ser justo y gobernar “en el temor de Dios” (2 S. 23:3). En la actualidad, el gobierno humano está implicado en aprobar leyes que socavan, en lugar de proteger, la santidad de la vida humana; impulsar y aprobar estilos de vida pecaminosos; buscar una justicia parcial; oprimir a los pobres y los necesitados; y promover la violencia que actualmente llena las calles de nuestras ciudades.

2. El fundamento del matrimonio y la familia: El matrimonio ya no se considera relevante en una sociedad considerada ’progresista’ y ’liberada’. De hecho, las relaciones fuera del matrimonio son comunes. La mujer de Samaria vivía un estilo de vida similar al que muchas personas tienen hoy en día. Cuando el Señor le dijo “Ve, llama a tu marido, y ven acá” (Jn. 4:16), ella admitió que no tenía marido, pues había pasado de una relación a otra, y que el hombre con el que vivía en ese momento no era su marido.

3. El fundamento del cristianismo: La evolución es más popular que la creación. Los lobos vestidos de oveja repletan los púlpitos de las denominaciones cristianas. La sana doctrina es abandonada y en su lugar la gente va tras las fábulas. Se niega la redención por la sangre. El evangelio ya no se predica en algunas iglesias. La venida del Señor se rechaza. La gracia de Dios se ha convertido en una licencia para pecar. Las tinieblas espirituales y morales repletan el escenario actual.

A la luz de estas cosas, podemos resumir la condición actual en un versículo: “Tiemblan todos los cimientos de la tierra” (Sal. 82:5). Pero ¿qué hará el justo si estos fundamentos son destruidos? Debemos perseverar en lo que hemos aprendido; apartarnos de la iniquidad; contender ardientemente por la fe; orar en el Espíritu Santo; mantenernos en el amor de Dios; y esperar la misericordia de nuestro Señor Jesucristo.

Richard A. Barnett

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