El Señor Está Cerca

Sábado
16
Septiembre

En mi primera defensa ninguno estuvo a mi lado, sino que todos me desampararon; no les sea tomado en cuenta. Pero el Señor estuvo a mi lado, y me dio fuerzas, para que por mí fuese cumplida la predicación… Así fui librado de la boca del león. Y el Señor me librará de toda obra mala, y me preservará para su reino celestial. A él sea gloria por los siglos de los siglos. Amén.

(2 Timoteo 4:16-18)

Las últimas recomendaciones de Pablo a Timoteo

Pablo sabía que vivía sus últimos días, pues Nerón había ordenado su martirio, sin embargo, no entró en un estado de desesperación. En lugar de eso, animó y enseñó a otros; siguió leyendo y escribiendo (v. 13). Sus últimas palabras fueron recogidas en una carta a su amado Timoteo, su “verdadero hijo en la fe” (1 Ti. 1:2). La Segunda Epístola a Timoteo es una carta mucho más personal que el resto. Aunque la carta incluye el rechazo a ciertas apostasías, instrucciones a los ancianos, lecciones para los jóvenes creyentes, doxologías y bendiciones, su objetivo principal es el alentar a su hijo en la fe (y por consiguiente a todos los creyentes), a pesar de la oscura situación en la que él mismo se encontraba. Este estímulo lo extrajo de los muchos recursos divinos que están siempre a disposición de la fe. En cierto modo, el apóstol dijo: «Confío en que sigas adelante, Timoteo. Sé fiel, sé fuerte, ten cuidado y presta atención». También le pidió a que lo visite durante este segundo encarcelamiento (4:9), pero no tenemos la seguridad de que haya llegado antes de la ejecución de Pablo.

¿Qué hay de nosotros? ¿Cuáles serían las últimas palabras que les escribiríamos a nuestros seres queridos y amigos? Las palabras de Pablo proceden de una vida de fe y de profundo compromiso con su Señor. ¿Qué podríamos decir nosotros para animar a alguien? Por último, ¿habríamos estado dispuestos a visitar a Pablo, como lo hizo Onesíforo? ¿O a quedarnos con él, como Lucas? ¿O ir a visitarlo, como se le pidió a Timoteo? Los retos que se le plantean a Timoteo son retos para nosotros hoy. Ningún otro colaborador de Pablo es elogiado tan cordialmente por su lealtad. ¿Estamos dispuestos a ser instrumentos que el Señor pueda utilizar a su disposición?

Alfred E. Bouter

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