El Señor Está Cerca

Martes
19
Julio

Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra. Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios.

(Josué 4:8-9)

Muertos y resucitados con Cristo

Cristo es nuestra vida. Nuestra vida no está aquí. De hecho, esta es la declaración de Pablo: «Habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios». Ya que hemos muerto con Cristo, no debemos comportarnos como si todavía estuviéramos vivos en este mundo. Jesús murió en este mundo y no tiene lugar ahora en él. Por lo tanto, nosotros debemos comenzar nuestra vida cristiana tomando nuestro lugar en la muerte. La Escritura nos enseña que el Padre nos ha asociado completamente con su Hijo, al punto que Él nos considera muertos juntamente con Él al pecado (Rom. 6), a la ley (Rom. 7), y al mundo (Gál. 6). Unidos al Señor Jesús en su muerte, resurrección y ascensión, hemos sido sacados por completo de esta escena de corrupción e introducidos en una nueva posición y un nuevo lugar. Por lo tanto, se puede decir de nosotros: «Mas vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros» (Rom. 8:9). Nuestra vida no está aquí –no puede estar aquí, pues hemos muerto al mundo, y nuestra vida está escondida con Cristo en Dios.

Si miramos fijamente al Señor Jesús donde Él está, allí en lo alto, recordando que nuestra vida está allí y que Él es nuestra vida, ¡cuánto nos elevaríamos por sobre nuestras circunstancias! ¡Qué poder nos daría esto sobre los deseos de la carne, los deseos de los ojos y la vanagloria de la vida! El secreto de la mayoría de nuestra debilidad y fracaso está en buscar nuestra vida en las cosas de este mundo.

Habiendo muerto y resucitado juntamente con Cristo, las asociaciones de la vida del creyente deben estar relacionadas con el lugar en el cual ha sido introducido, como dijo Pablo: «nuestra ciudadanía está en los cielos» (Fil. 3:20). Cuando esta verdad es aceptada, solo en ese momento conoceremos la alegría de estar ocupados con el Señor Jesús a la diestra del Padre. Todos los tratos del Padre para con nosotros tienen el propósito de llevarnos a gozar de esta verdad.

E. Dennett

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