Ayuda para el estudio del Apocalipsis


person Autor: Bibliquest 10


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1 - Capítulo 1: Introducción y presentación del Juez

Capítulo 1. Este libro es la revelación que Dios dio a Jesucristo para que la diera a conocer a los suyos, por medio de Juan (v. 1-2), bienaventurados los que le presten atención (v. 3). Juan da testimonio de lo que ha visto a toda la Iglesia {7 asambleas en Asia; 7 = la totalidad}. Así pues, Juan nos habla a nosotros. Al principio de este libro de juicios, a la Iglesia se le desea la gracia y la paz de las 3 personas de la Deidad: el Padre eterno, el Espíritu Santo visto en todas sus características {7 Espíritus}, el Hijo visto como Hijo del hombre (v. 4-6) que volverá como juez de toda la tierra (v. 7-8). Juan habla de la persecución que sufre a manos de los hombres –su exilio en Patmos– como permitida para el servicio de Dios (v. 9), al igual que la de Pablo encarcelado en Roma (Fil. 1: 12-13). Fue el día del Señor cuando se le comunicó a Juan {trompeta} la visión que debía transmitir a toda la Iglesia {7 asambleas} (v. 10-11): en medio de todas las asambleas {7 lámparas de oro}, el Señor está de pie en la dignidad de un juez {Hijo del hombre vestido con una larga túnica} cuya justicia divina es implacable {cinturón de oro}. Con perfecta sabiduría divina {cabeza y cabellos de perfecta blancura} que lo identifican con el Anciano de Días (Dios) de Daniel 7 (v. 9), lo escruta todo {ojos como una llama}, según una justicia que se aplica al andar práctico {bronce} y que consume todo lo que no resiste la prueba del fuego (1 Cor. 3:12-15), y juzga con autoridad y poder {voz de grandes aguas}. Trata con todos los que tienen una responsabilidad moral especial en las asambleas {7 estrellas}, juzgando todo según la Palabra de Dios {espada afilada de dos filos (Hebr. 4:12)}. Él es la autoridad suprema {el sol} (v. 12-16). Juan se queda atónito ante esta visión que anuncia el juicio, pero no tiene nada que temer porque el juez es el Viviente que ha entrado en la muerte, que ha vencido al que tenía el poder de la muerte (Satanás) y que ahora tiene autoridad sobre el reino de la muerte (v. 17-18). Jesús pide a Juan que escriba lo que acaba de ver, es decir, los versículos 12 al 16; las cosas que son, es decir, las que se refieren al período actual de la Iglesia, en los capítulos 2 y 3; y las que han de venir después de estas, es decir, después del período de la Iglesia, que son los juicios sobre el mundo, en los capítulos 4 al 22. Jesús indica expresamente a Juan el significado de las 7 estrellas y las 7 lámparas (v. 19-20). Las asambleas son vistas como lámparas que brillan en la noche de este mundo; esto evoca su responsabilidad de ser testimonio de la gloria de Cristo.

2 - Capítulos 2-3: Mensajes a las asambleas – El período de la Iglesia

Antes de hablar de los juicios que vendrán sobre el mundo, el juicio comienza con la Casa de Dios (1 Pe. 4:17). Las comunicaciones a las 7 asambleas de Asia proceden del Juez cuyos ojos son como llama de fuego, que puede decir: «Conozco… sé», y que lo sabe todo sobre el estado de las asambleas. No olvidemos, sin embargo, que el Juez es Aquel que sí mismo se entregó por su Asamblea; la purifica porque la ama. Jesús se presenta a cada asamblea de una manera particular. En su conjunto, estas comunicaciones pintan un cuadro profético de la historia de la Iglesia en la tierra a lo largo del período de gracia. Hay un grupo formado por las 3 primeras asambleas, en las que la promesa al vencedor sigue al llamado a escuchar, y un grupo formado por las 4 últimas asambleas, en las que el llamado a escuchar ya no se dirige al conjunto, sino que sigue a la promesa al vencedor, porque se dirige solo a los fieles individualmente. Los caracteres de estas últimas asambleas continúan hasta la venida del Señor.

2.1 - Capítulo 2

Éfeso –Jesús se presenta como Aquel que tiene la autoridad suprema sobre toda la Iglesia (v. 1). Ve obras, trabajo y paciencia, pero sin la fe, el amor y la esperanza que los acompañan (v. 2) (véase 1 Tes. 1:3). Todavía tiene algo de discernimiento y soporta el reproche de Cristo, pero, por desgracia, su primer amor, un amor puro y no correspondido, ha desaparecido (v. 3-4). A partir de entonces, empezó a alejarse del Señor, por lo que él la llamó para que volviera y se arrepintiera, pues de lo contrario tendría que quitarle su testimonio (v. 5). Jesús reconoce, sin embargo, que ella odiaba a los nicolaítas que convertían la gracia en disolución (v. 6), (comp. v. 15; Judas v. 4). Quien resiste a esta corriente que aleja del Señor recibe la promesa de formar parte de la ciudad santa (comp. 22:2) {comer del árbol de la vida que está en el paraíso de Dios} (v. 7).

Éfeso, marcada por el abandono del primer amor, representa a la Iglesia al final de la época de los apóstoles.

Esmirna –Jesús se presenta como Aquel que tiene la autoridad suprema sobre la vida y la muerte (v. 8). Probablemente para despertar su primer amor, permite que los santos de esta ciudad sean perseguidos. Son sobre todo los judíos quienes los despojan de sus bienes hasta la pobreza material (comp. Hebr. 10:34), pero son ricos espiritualmente (v. 9). Jesús exhorta a los suyos a no temer, porque, aunque sea el diablo quien empuja a los judíos o a otros a perseguirlos, es él quien mide la prueba; durará 10 días, ni uno más, del mismo modo que Dios había permitido a Satanás probar a Job hasta cierto punto, pero no más allá. Su prueba llegará hasta la muerte, pero allí les espera Aquel que murió y les dará la corona de la vida (v. 10). El que sea fiel hasta la muerte escapará de la muerte segunda, que es el estado de estar lejos de Dios, en el tormento eterno (v. 11).

Esmirna, marcada por una persecución de 10 días, representa a la Iglesia de los siglos 2, 3 y 4. Esta Iglesia conoció 10 períodos de persecución bajo 10 emperadores diferentes, el último de los cuales duró 10 años (303-313).

Pérgamo –Jesús se presenta como Aquel que tiene la Palabra de Dios {la espada aguda de dos filos} que discierne los pensamientos y las intenciones del corazón (v. 12) (véase Hebr. 4:12). Ve que los santos se han instalado en el mundo, el lugar donde reina Satanás, en vez de mantenerse separados de él; sin embargo, observa que no han abandonado la verdad acerca de Él, incluso cuando la persecución ha sido tan severa que uno de ellos ha muerto como mártir (v. 13). Pero Satanás mora en medio de ellos, reinando sobre sus dominios y utilizando a sus agentes, los nicolaítas, para inducirlos a unirse con el mundo, como Balaam había hecho una vez con Israel (v. 14-15), (véase Núm. 25:1-5). El remedio para esta situación es el arrepentimiento, sin el cual la Palabra {la espada de mi boca} los desenmascarará (v. 16). El creyente que resista, manteniéndose puro frente al mundo, saboreará la comunión con el Señor {anillo oculto = Cristo en el cielo}, su aprobación {piedra blanca = «papeleta» antiguamente} y disfrutará de su relación íntima con Él {nuevo nombre} (v. 17).

Pérgamo, marcada por su alianza con el mundo, representa a la Iglesia que había permitido al emperador Constantino inmiscuirse en sus asuntos (primer Concilio de Nicea en 325).

Tiatira –Jesús se presenta como Aquel que examina todo a fondo {ojos como llama de fuego} según una justicia aplicada al andar práctico {pies como bronce reluciente} (v. 18). En contraste con la mundanidad que les rodea, él reconoce la realidad del amor y la fe que dan como resultado una gran devoción (v. 19), pero condena el hecho de que hayan permitido que se establezca una autoridad impía, similar a la pagana Jezabel de antaño, que se apoderó del rey de Israel que se había unido a ella. Esta autoridad enseña falsas doctrinas, conduce a los santos a la idolatría (v. 20), y se niega a arrepentirse de sus errores (v. 21). Por eso será juzgada con todos los que tratan con ella (v. 22), sus descendientes morirán (v. 23), y todos sabrán que es Cristo quien gobierna (v. 23). A los que no han sido arrastrados a esta situación se les exhorta a mantenerse firmes (v. 24-25). El que se mantiene firme tiene la promesa de reinar con Cristo (2 Tim. 2:12; Sal. 2:8-9) y de disfrutar ahora de esa esperanza {la estrella de la mañana} (v. 26-29).

Tiatira, dirigida por Jezabel y marcada por la idolatría instituida, representa la Iglesia Católica Romana (= universal) dirigida por un papa que usurpa la autoridad de la Cabeza de la Iglesia, Cristo, y que adora a los muertos.

2.2 - Capítulo 3

Sardis –Jesús se presenta como Aquel que tiene todo el poder del Espíritu Santo {7 Espíritus de Dios} y que lo aplica a todas las asambleas {7 estrellas}. Él ve que solo hay una profesión sin vida (v. 1). Sin embargo, no apaga el pábilo que apenas arde (Is. 42:3), sino que lo exhorta a fortalecer a los pocos que quedan antes de que muera (v. 2), recordando lo que Dios ha hecho por ellos y para que se arrepientan antes de que él intervenga en el juicio (v. 3). Sin embargo, hubo algunos fieles que permanecieron moralmente separados; el Señor los consideró dignos de asociarse con él (v. 4). El que resiste, permaneciendo separado del mal, tiene la promesa de la vida eterna {nombre inscrito en el libro de la vida}; el Señor lo reconocerá como suyo ante Dios Padre (v. 5-6).

Sardis, marcada por un estado de muerte, representa el protestantismo que, tras salir del catolicismo (Tiatira) con la Reforma (que fue obra divina) en el siglo 16, se fue enfriando poco a poco hasta no tener más que una apariencia cristiana sin vida.

Filadelfia –Jesús se presenta en su carácter moral, Santo y Verdadero, como Aquel que tiene autoridad suprema sobre la Casa de Dios, según Isaías 22:22 (v. 7). Reconoce que le aman porque guardan su Palabra (Juan 14:23), por lo que les mantiene abierta la posibilidad de continuar por este camino de fidelidad {puerta abierta} (v. 8). Los que no guardan la Palabra {que se llaman a sí mismos judíos = judaizantes} se verán obligados a reconocer su fidelidad (v. 9). En cuanto a ellos, tienen la promesa de ser guardados del juicio que viene sobre el mundo (v. 10), al ser arrebatados en la venida del Señor para tomar a su Iglesia para Sí (v. 11). El que se mantenga firme contra la corriente imperante tendrá un lugar especial {columna} en la Casa de Dios en el día de la eternidad; llevará las marcas {un nombre escrito en él} de Dios, de la Iglesia {ciudad, nueva Jerusalén}, de Cristo (v. 12-13).

Filadelfia, marcada por la fidelidad en la obediencia a la Palabra y a la promesa de la venida del Señor, representa a aquellos que desean ser fieles, desde el Despertar (o Avivamiento) del siglo 19, cuando se redescubrió la verdad acerca del regreso del Señor.

Laodicea –Jesús se presenta como Aquel que cumplirá el consejo eterno de Dios {el Amén}, el fiel, el originador de la creación y de la nueva creación (v.14). Aquí ve todo lo contrario de Filadelfia: tibieza {afectos divididos entre Él y el mundo} que es abominable (v. 15-16), orgullo {riqueza}, autosuficiencia {necesidad de nada}, un estado carnal {ceguera espiritual, desnudez} (v. 17). Solo a través de él podrían remediar este estado y redescubrir la verdadera riqueza de la justicia divina {oro gastado en el fuego}, la rectitud práctica {vestiduras blancas}, el discernimiento espiritual {colirio} (v. 18). Porque los ama, los prueba (Hebr. 12:6) y los conduce al arrepentimiento (v. 19), (véase Rom. 2:4). El Señor está fuera, porque no puede avalar tal estado con su presencia, pero llama a todos a escuchar sus advertencias y a responder a ellas para recuperar la comunión con él {cenar con él} (v. 20). Quien venza aferrándose al Señor, mientras todos lo rechazan, reinará con Aquel que venció cuando era rechazado (v. 21-22).

Laodicea, marcada por la tibieza y la pretenciosidad, representa a la cristiandad infiel donde el Señor no tiene lugar, está fuera; está lista para el juicio {vómito}.

3 - Capítulos 4-5: Gloria dada al Creador y Redentor

3.1 - Capítulo 4

El arrebato de la Iglesia {Juan ascendiendo al cielo} marca la reanudación del desarrollo de las profecías con la última semana de las 70 semanas de Daniel (v. 1). En visiones simbólicas, Juan ve la gloria {piedras preciosas} de Aquel que reina sobre la creación {trono, arcoíris}, rodeado de los santos resucitados {24 ancianos} que reinan con él {24 tronos (2 Tim. 2:12)}, vestidos de justicia (Is. 61:10) {trajes blancos, coronas de oro} (v. 2-4). Es un trono de juicio ante el cual, por medio del Espíritu Santo en su plenitud {7 Espíritus}, todo es sacado a la luz y probado por el fuego que consume lo que no es compatible con su santidad {7 lámparas de fuego} (v. 5). La contaminación está ausente de este lugar {un mar de cristal sustituye al mar (recipiente de agua) del templo, que se utilizaba para la purificación} (v. 6). Los juicios que proceden de este trono son poderosos {león}, inflexibles {ternero}, inteligentes {hombre}, repentinos {águila} (v. 7), perfectamente lúcidos, y dan testimonio de la santidad de Dios (v. 8). Estos juicios glorifican a Dios (Is. 26:9) y hacen que los santos le den gloria (v. 9-11).

3.2 - Capítulo 5

El libro en que están escritas estas sentencias está sellado (v. 1). Nadie puede abrirlo excepto Cristo {raíz de David}, el Hijo del hombre (v. 2-5), (véase Juan 5:22, 27). Él tiene todo el poder {7 cuernos} y todo el discernimiento {7 ojos} del Espíritu Santo {7 Espíritus de Dios} (v. 6), (comp. Lucas 4:14). Cuando toma el libro, los caracteres del juicio {4 animales} le glorifican, así como los redimidos {24 ancianos} que se postran ante él, dándole gloria con oraciones (v. 7-8) y con el cántico del nuevo himno a la gloria del Cordero inmolado (v. 9-10). Miríadas de ángeles se hacen eco de esta alabanza (v. 11-12), seguidos por toda la creación (v. 13), a la que los redimidos se unen con su «¡Amén!» (v. 14).

4 - Capítulos 6 al 11: Los juicios de los sellos y las trompetas

La apertura de los 7 sellos revelará 7 juicios diferentes (cap. 6-8). Tras una interrupción (cap. 7), el séptimo sello revela 7 juicios desencadenados por 7 trompetas (cap. 8-11). Los caballos representan a diversos agentes (reyes, Cristo, santos, etc.) cumpliendo propósitos divinos.

4.1 - Capítulo 6

El primer sello: El primer animal (león) anuncia un juicio majestuoso. Una autoridad real {corona} extiende su imperio pacíficamente {caballo blanco} (v. 1-2). Esto no parece ser un juicio, pero es el presagio de uno: cuando los hombres digan «paz y seguridad», les sobrevendrá destrucción repentina (1 Tes. 5:3).

El segundo sello: El segundo animal (becerro) anuncia un juicio de carácter inflexible. La paz da paso a la guerra civil: las autoridades beligerantes {caballo rojo = color de la sangre} atizan el odio con grandes discursos (v. 3-4), (véase Sant. 3:6) {gran espada}.

El tercer sello: El tercer animal (rostro de hombre), anuncia un juicio marcado por la inteligencia humana. El poder económico, comercial y financiero {balance}, motivado por el amor al dinero, conducirá a elevar los precios de los productos necesarios para muchos {un litro de grano por un denario, el equivalente al salario de un día}, haciendo que los más pobres mueran de hambre {caballo negro}, pero dejando a los ricos intactos {petróleo, vino = producto de lujo} (v. 5-6).

El cuarto sello: El cuarto animal (águila) anuncia un juicio repentino. Dios envía 4 juicios desastrosos (Ez. 14:21) para herir de muerte a una cuarta parte de la tierra (tal vez un poder cuya iniquidad ha llegado a su apogeo (v. 7-8), (véase Gén. 15:16).

El quinto sello: Durante este período que sigue al arrebato de la Iglesia, los que creen en el Evangelio del reino son perseguidos. Las almas de estos mártires se reúnen en la presencia de Dios {altar}, clamando justicia. Son escuchadas, pero deben esperar a las almas de los mártires de la gran tribulación en la segunda mitad de la semana de Daniel. Mientras tanto, son apaciguados recibiendo la prenda divina de su justicia {túnica blanca} (v. 9-11), (véase Is. 61:10; Apoc. 19:8).

El sexto sello: Se avecina una gran conmoción {gran terremoto}: Ya no hay el menor rayo de luz moral {sol, luna, estrellas}, y no puede haber más {el cielo se retira como un libro que se cierra}. Todos los poderes políticos {montañas} y comerciales {islas} están trastornados. Ya no hay estabilidad ni puntos de referencia. Todos en la tierra, desde la más alta autoridad hasta el esclavo, están aterrorizados y quieren esconderse de la ira divina que creen que ha llegado, pero aún no ha llegado. ¡Qué será cuando llegue! (v. 12-17).

4.2 - Capítulo 7

Antes de que se abra el último sello, se suspenden los juicios (v. 1-3) para que los santos de Israel que van a ser liberados del juicio puedan ser sellados con una marca en la frente (Ez. 9: 4-6). Son 144.000, 12.000 de cada tribu (v. 4-8). Además, de todas las naciones, una multitud de santos justificados {vestidos con túnicas blancas} están de pie ante el trono del que proceden los juicios y rinden homenaje a Aquel que los salvó {el Cordero}. Esta escena lleva a los redimidos del tiempo de la gracia a rendir también homenaje al Cordero (v. 9-12). Estos redimidos de las naciones, que creyeron en el Evangelio del reino después del arrebato de la Iglesia, pasaron por la gran tribulación. Ellos también son redimidos por la sangre del Cordero inmolado, que es la única manera de salvarse (v. 13-14). Tienen el privilegio de servir a Dios, de estar bajo su protección (v. 15), de no tener más pruebas bajo la protección de Cristo (v. 16) y de gozar de las bendiciones que provienen de la Iglesia (v. 17), (véase Juan 4:14).

4.3 - Capítulo 8

El séptimo sello: un breve silencio marca el cambio de carácter de los juicios que siguen. Los sellos tenían un carácter más bien general; las trompetas son advertencias solemnes que anuncian juicios aún más destructivos (las copas del cap. 16) (v. 1-2). Cristo, bajo la apariencia de un ángel, presenta ante Dios las oraciones de todos los santos (judíos y gentiles del cap. 7), pidiendo que sean escuchadas (v. 3-4). Luego anuncia una serie de juicios {fuego sobre la tierra, truenos, relámpagos, terremotos} y los ejecutores se preparan (v. 5-6). En las 4 primeras trompetas, solo se golpea un tercio de lo juzgado. Este tercio parece corresponder a la parte occidental del Imperio romano que reaparecerá en la “última semana de Daniel”.

La primera trompeta: Los grandes hombres {árboles} y la prosperidad {hierba verde} de Europa occidental {tercios de la tierra} son destruidos {sangre} y consumidos {fuego} por un juicio del cielo {granizo} (v. 7).

La segunda trompeta: Una nación poderosa {montaña} en crisis {todo en llamas} desaparece, tragada por las demás naciones {arrojada al mar}, como lo fue Israel (Mat. 21:18-22) desde el año 70 d.C. hasta 1948 (el mar sugiere un estado de agitación anárquica). El impacto de este cataclismo lleva a la destrucción del poder comercial {buques} de Europa Occidental (v. 8-9).

La tercera trompeta: Un gran e influyente líder religioso {estrella (1:20)} {llama (que ilumina)} resulta ser un impostor {absinthe = ajenjo} que conduce a los hombres de Europa Occidental en particular a una amarga muerte moral y espiritual {absinthe = ajenjo}; aquello que los sostenía {fuentes de agua} los decepciona amargamente (v. 10-11).

La cuarta trompeta: Autoridades políticas de diversa importancia {sol, luna, estrellas} desaparecen o son eclipsadas, para dejar paso al futuro jefe del Imperio romano (v. 12).

Los 3 siguientes juicios son repentinos {un águila los anuncia}; se trata de 3 desgracias que sobrevendrán a los propios hombres (v. 13).

4.4 - Capítulo 9

La quinta trompeta: A un dignatario religioso {estrella; comp. Is. 14:12-15} se le da el poder {llave del mal} {abismo} de oscurecer {humo} los pensamientos de los hombres hasta sumirlos en tinieblas morales {sol y aire oscurecidos} (v. 1-2), (comp. energía del error: 2 Tes. 2:11). Los efectos devastadores {plaga de langostas} y muy dolorosos {picadura de escorpión} alcanzan a todos los hombres excepto a los que tienen el sello de Dios (v. 3-4). Durante 5 meses su tormento será tal que desearán morir, pero no podrán (v. 5-6). Los poderes {caballos} que producen estos tormentos son autoridades “políticas” {caras de hombres, coronas} sometidas {cabellos de mujeres} a un poder superior (el rey en el v. 11); son despiadados {dientes de león} invencibles {armadura de hierro} y veloces {carros con muchos caballos}. Propagan el error {dardos} (v. 7-10), (véase Is. 9:15; 1 Cor. 15:56). El que dirige todo este desastre es el destructor, Satanás mismo {ángel del abismo} (v. 11).

La sexta trompeta: Como en respuesta a las oraciones presentadas antes de la primera trompeta (8:3-4) {voz desde el altar de oro}, entran en acción los instrumentos del juicio {4 ángeles} preparados para este preciso momento {hora, día, mes, año}. Una guerra llevada a cabo por un ejército de 200 millones de hombres causa una matanza, probablemente en Europa Occidental (v. 13-16). Este poder invasor {caballos} que lleva los caracteres diabólicos {fuego, azufre}, está bajo el poder de Satanás. Logra su objetivo directamente {fuego que sale de la boca} o por engaño, indirectamente {colas como serpientes} (v. 17-19). En lugar de prestar atención a esta advertencia, los hombres que han escapado a la destrucción se endurecen en sus malos caminos, excepto los que tienen el sello de Dios, por supuesto (v. 20-21).

4.5 - Capítulo 10

Antes de la séptima trompeta, se abre un paréntesis para mostrarnos a Cristo {ángel poderoso, rostro como el sol (Mat. 17:2)} sosteniendo el juicio {arco en el cielo} y gobernando {bajo sus pies} sobre las naciones {mar} e Israel {tierra} en justicia {columnas de fuego}. El consejo {libro} concerniente a Israel {libro pequeño} no está oculto {abierto}. Cristo, el león de la tribu de Judá, está listo para cumplir las profecías (v. 1-3); se pronuncia el juicio completo {7 truenos}, pero este debe permanecer secreto (v. 4). Jura a Dios que el período del misterio de Dios, su paciencia con el mal, terminará a la séptima trompeta. Cristo reinará entonces (Milenio) y ya no se tolerará el mal en la tierra, como él predijo (v. 5-7), (véase Sal. 101:8). Al igual que Ezequiel (Ez. 3:1-3), Juan está llamado a conocer y comprender lo que Dios va a hacer {comerse el libro}. Descubre la dulzura de los consejos de Dios, que se llevan a cabo por medios amargos (¿no ocurre lo mismo con la dulzura de nuestra redención llevada a cabo por los sufrimientos de la cruz?) (v. 8-10). Juan es llamado (en el cap. 11) a dar indicaciones {profecías} sobre los acontecimientos que acaba de descubrir {librito} y que deben suceder ahora (v. 11).

4.6 - Capítulo 11

Juan define con precisión lo que pertenece a Dios (templo, altar, fieles) (v. 1). El resto de Jerusalén {ciudad santa} se entrega a las naciones durante 3 años y medio {42 meses}, la segunda mitad de la última semana de Daniel (v. 2), (véase Dan. 9:27). Dios conserva para sí un poderoso testimonio {2 testigos} durante este mismo período (v. 3), {1260 días = 3 años y medio}; se trata de fieles representantes civiles y religiosos (comp. Zac. 4, donde los 2 olivos a ambos lados del candelabro {luz = testimonio} son Zorobabel (gobernador) y Josué (sacerdote), que tienen el poder del Espíritu {olivo}); nadie podrá silenciarlos (v. 4-5). Tienen la estatura de Elías {no llovió durante 3 años y medio} y Moisés {plagas en Egipto, agua convertida en sangre} que debían guiar al pueblo o traerlo de vuelta a Dios (v. 6). Cuando su testimonio termina, al gobernante del Imperio romano {bestia que surge del abismo (Imperio romano renacido: Cap. 17:8-11)} se le permite matar a estos testigos (lo que equivale a borrar a Israel del mapa) (v. 7). El mundo entero {pueblos, tribus, lenguas, naciones} verá este evento (a través de los medios de comunicación) y se regocijará por esta desaparición (v. 8-10). Pero después de 3 días y medio, estos 2 testigos son resucitados y llevados al cielo, como Elías, para que todos los vean (medios de comunicación) (v. 11-12). Una última advertencia, antes de la última trompeta, sacude la tierra y provoca la muerte de aquellos que son identificados {nombre de los hombres} como los más culpables. Dios es glorificado por este juicio (v. 13-14), (véase Ez. 28:22).

La séptima trompeta: El sonido de esta trompeta anuncia que el Señor viene para establecer su reino de 1.000 años (v. 15). Los santos del cielo se alegran y glorifican a Dios porque por fin reinará el bien y no el mal (v. 16-18).

Dios muestra que siempre tiene en mente la relación con su pueblo {templo, arca de la alianza} (v. 19).

5 - Capítulos 12-16: Visión general de los acontecimientos proféticos: 3 señales

Antes de continuar con los juicios {cortes} en el cap. 16, se da una visión general del estado de cosas, para mostrar la gravedad del mal y justificar la severidad del juicio que Cristo va a llevar a cabo.

5.1 - Capítulo 12

• –La primera señal–: Israel. En los consejos de Dios, Israel está visto como la casada {esposa} (Is. 62:4) vestida con Su autoridad {sol}, gobernando sobre las naciones {luna bajo los pies}, administrada por los 12 apóstoles (Mat. 19:28) {12 estrellas} (v. 1). De Israel había de nacer el Mesías (v. 2).

• –La segunda señal–: 3 bestias.

1. Satanás {gran dragón rojo}: En el momento de su nacimiento, Israel estaba bajo ocupación romana {7 cabezas = autoridad plena y 10 cuernos = 10 reyes; comp. 17:9 = Roma, la ciudad de las 7 colinas}, que era el representante de Satanás {dragón rojo} cuyas mentiras {la cola; comp. Is. 9:15} descarriaron al Imperio romano {tercios de las estrellas}. Satanás, a través de Herodes, intentó matar al niño (v. 3-4), (véase Mat. 2:13). Cristo (Sal. 2:8-9) nació, pero los suyos no lo recibieron y volvió al Padre (v. 5). El paréntesis de la Iglesia se pasa en silencio porque concierne a los consejos de Dios en relación con Israel. Israel es protegido {en el desierto; comp. Mat. 24: 15-21)} durante la gran tribulación (v. 6), {1.260 días = segunda mitad de semana de Daniel}, porque tras una gran batalla en el cielo, Satanás (el acusador de los hermanos: v. 10) es expulsado del cielo y arrojado a la tierra con sus ángeles, lo que desencadena la gran tribulación (v. 7-9). El gozo de los santos es grande, en el cielo purificado de poderes malignos, pero ay de la tierra, porque Satanás solo tiene 3 años y medio por delante para hacer daño (v. 10-12). Satanás persigue inmediatamente a Israel (v. 13). Dios lo refugia rápidamente {alas de la gran águila: Deut. 32:11-12}, en el desierto (comp. Oseas 2:14) durante los 3 años y medio {1 vez + 2 veces + media vez} de la gran tribulación (v. 14). Satanás se ensañará contra él {el río se lo tragará}, pero la providencia de Dios lo protegerá (v. 15-16), {la tierra se traga el río}. Luego Satanás se concentra en los santos que han recibido el Evangelio del reino (v. 17), (ciertamente en Jerusalén).

5.2 - Capítulo 13

2. El jefe del imperio romano {bestia que surge del mar}: Juan ve una coalición {bestia} de 10 reyes con plena autoridad {7 cabezas} que surge de las naciones {mar}, que es el Imperio romano (comp. 17:9), el enemigo de Dios {blasfemias} que renace (v. 1). Este Imperio romano tiene las características de las bestias de Daniel 7:3-8, y recibe su poder del mismo Satanás {dragón} (v. 2). Este imperio había desaparecido {muerto}, pero está de nuevo en su lugar {herida mortal curada}; toda la tierra, llena de admiración por tal milagro, rinde homenaje a Satanás y al jefe de este imperio (v. 3-4). Su poder está limitado al período de la gran tribulación {42 meses} (v. 5). Su odio a Dios y a los santos celestiales (v. 6) lo lleva a hacer la guerra contra los santos entre las naciones y a extender su poder sobre el mundo (v. 7), que se somete, excepto los santos (v. 8) que saben que Dios pagará a cada uno según sus obras (v. 9-10).

3. El Anticristo {bestia que sube de la tierra}: Esta figura parecida a un cordero que blasfema y viene de Israel {tierra} es el Anticristo (v. 11). Está al servicio del jefe del Imperio romano y tiene los poderes satánicos. Imita a Elías, que hizo caer fuego del cielo, lo que lo convierte en el falso profeta (v. 12-13). Este seductor empuja a los hombres a idolatrar al jefe del Imperio romano y hacer de él una estatua {imagen}, a la que da el poder de hablar y de matar a los que no le rinden homenaje (v. 14-15) (véase Dan. 3:1-6). Impone su sistema a todo el mundo (v. 16). Los que se nieguen a someterse a él negándose a llevar su marca o su número 666 (¿3x6 = una trinidad de poder humano que controla todo en la tierra?) serán excluidos de la sociedad, ya no podrán comprar ni vender (v. 17-18).

5.3 - Capítulo 14

Después de haber visto la amplitud del mal obrado por el adversario, este capítulo, como un paréntesis, muestra la parte de Dios que actúa con respecto a varios grupos de personas.

Primer grupo: Cristo cuida de los suyos {144.000 sellados} en gracia {montaña de Sion} con vistas al reino en Sion; la marca en sus frentes {nombre de Cristo y nombre de su Padre} contrasta con la marca de la bestia en las frentes de los hombres (v. 1). Rodeados de juicios {voces de grandes aguas, grandes truenos}, estos santos entonan un cántico nuevo ante Dios y los santos del cielo {antiguos} (v. 2-3). No se han contaminado con el mundo (Sant. 4:4; 2 Cor. 11:2) y son irreprensibles (v. 4-5).

Segundo grupo: Como el juicio está a punto de caer, Dios hace proclamar el Evangelio eterno a todas las naciones, para que den gloria a Dios (que es lo que el hombre debería haber hecho desde el principio: Rom. 1:21) y no a los ídolos (v. 6-7).

Tercer grupo: Se anuncia la caída de la falsa iglesia {Babilonia}, la iglesia mundana {fornicación} (v. 8), pero se verá con más detalle en los capítulos 17 y 18.

Cuarto grupo: Se hace una advertencia a los que se sometan a la bestia (13:16): sufrirán la ira de Dios y serán sometidos a terribles tormentos (v. 9-11). Bienaventurados los que han resistido pacientemente, por amor de Dios (v. 12).

Quinto grupo: Durante este período, muchos santos serán perseguidos y condenados a muerte; son bienaventurados y tendrán una recompensa eterna por su fidelidad (v. 13).

Sexto grupo: Ha llegado el tiempo de la siega (juicio); está más que madura, está seca porque la paciencia de Dios se ha desbordado, el mal que no pudo ser quitado por los santos en el tiempo de gracia, ahora es específicamente cortado {la hoz} por el Hijo del Hombre (comp. la parábola de la cizaña; Mat. 13:30); el malvado será llevado para el juicio y el fiel será dejado en la tierra (v. 14-16) (comp. Mat. 24:39-41).

Séptimo grupo: Después de la siega viene la vendimia. Se aplica a la profesión religiosa apóstata (judía o cristiana) que habrá producido alguna apariencia de fruto. Todos ellos sufrirán la ira de Dios. Estos juicios tendrán lugar en Israel {fuera de la ciudad (Jerusalén)}, y afectarán a un gran número de personas {sangre hasta los frenos de los caballos} (v. 17-20).

5.4 - Capítulo 15

• –La tercera señal–: Los últimos juicios (7 copas) desencadenados por la séptima trompeta (11:15) caerán sobre la tierra (v. 1). Esto da lugar a la alabanza de los santos bienaventurados que se habían negado a llevar la marca de la bestia (14:12) y habían sido perseguidos (14:13). Están de pie ante el trono y glorifican a Dios por sus caminos justos y verdaderos en el juicio. Estos santos proceden de Israel, pues cantan el cántico de Moisés, pero también cantan el cántico del Cordero, que es el único medio de salvación en cualquier época. Se dirigen a Dios como Rey de las naciones, porque los juicios les concernirán (v. 2-4). Esto concuerda con el hecho de que ya no vemos el arca de la alianza (hecha con Israel) cuando el templo celestial se abre para dejar salir los instrumentos del juicio (v. 5), que llevan las marcas de la santidad {lino puro} y la justicia {cinturón de oro} de Dios (v. 6). Como sucedió en el Sinaí, nadie puede estar delante de Dios cuando da rienda suelta a su ira (v. 7-8).

5.5 - Capítulo 16

Habrá 7 juicios {copas} serán derramados sobre la tierra (v. 1).

La primera copa: todos los hombres que se hayan dejado seducir por la bestia, y que lleven su marca, serán afligidos con un cáncer maligno (v. 2).

La segunda copa: La muerte {la sangre} golpea a las naciones {el mar} por todas partes (v. 3).

La tercera copa: Lo que eran fuentes de bendición para los hombres {ríos, fuentes de aguas} se convierten en muerte para ellos. La sangre de los santos y de los profetas es finalmente vengada, se hace justicia (v. 4-7).

La cuarta copa: La dominación de la autoridad suprema será tal que causará la muerte de los hombres. En lugar de llevarlos al arrepentimiento, este juicio los llevará a blasfemar (v. 8-9).

Quinta copa: El Imperio romano, el reino de la bestia, se hunde en las tinieblas morales trayendo consigo terribles dolores morales y físicos, lo que también los lleva a blasfemar en lugar de arrepentirse (v. 10-11).

Sexta copa: Se abre el camino para los invasores de Extremo Oriente (el Éufrates, en Irak, era el límite del Imperio romano de antaño). Pero, sobre todo, la trinidad del mal (Satanás, el jefe del Imperio romano y el Anticristo) persuade {espíritus demoníacos que salen de sus bocas y obran milagros} a todos los reyes de la tierra para que se asocien y se reúnan para luchar con ellos, ya sea contra las potencias de Oriente o contra Cristo (v. 13-14). La aparición de Cristo es inminente, y los fieles están llamados a estar preparados (v. 15) (véase Mat. 24:44). Todos estos ejércitos se reúnen en Armagedón en Israel (v. 16).

Séptima copa: Todos los que están bajo el dominio de la potestad del aire, Satanás (Efe. 2:2), están afectados. «¡Hecho está!», los juicios de la furia de Dios han pasado y son reemplazados por la ira del Cordero que viene (v. 17) (véase 19:10). Toda la humanidad está sacudida como nunca antes (v. 18). El Imperio romano {la gran ciudad; comp. 17:18} se divide, las demás naciones caen, y la falsa iglesia {la gran Babilonia} sufre la ira de Dios (v. 19). Todo poder establecido {montaña} (sistemas políticos, financieros…) desaparece (v. 20), y todas las obras de los hombres son destruidas {gran granizo} (v. 21).

Antes de ver la venida del Señor en gloria, se abre un paréntesis, con los capítulos 17 y 18, para considerar más particularmente el destino de la falsa iglesia apóstata.

6 - Capítulos 17 al 18: Destino de la Iglesia romana apóstata

6.1 - Capítulo 17

Se da ahora una descripción más precisa de la gran Babilonia en relación con el juicio de lo que es más abominable a Dios: la que ha usado su nombre en vano, la que se llama a sí misma iglesia, pero solo lo es de nombre, una ramera que se ha aliado con el mundo (v. 1-2). La Iglesia romana, bajo la cual se ha refugiado la cristiandad apóstata, domina {se sienta sobre} varios pueblos {aguas} (comp. v. 15), en particular el Imperio romano {bestia de 7 cabezas y 10 cuernos (reyes)}. Se ha enriquecido como ningún otro, a costa de sus «fieles»; practica la idolatría (culto a los muertos, a María, etc.) {abominaciones} (v. 4), sin ocultarlo {escrito en su frente} (v. 5), y, horriblemente, ha perseguido y dado muerte a los verdaderos creyentes durante siglos (inquisición, dragonadas, etc.). Juan, atónito, se asombró de que tal cosa fuera posible, por lo que el ángel le dio más detalles (v. 6-7). El Imperio romano {bestia} que dominaba el mundo {estaba} al principio de la Iglesia desapareció en el año 476 {no está} y va a reaparecer de nuevo a instigación de Satanás {abismo}, para gran asombro de los que no son creyentes, porque nunca ha reaparecido una civilización desaparecida, para finalmente desaparecer para siempre (v. 8). La iglesia apóstata tiene su sede en Roma, conocida como la ciudad de las 7 colinas (v. 9); domina sobre gobiernos {cabezas}, 5 de los cuales ya han pasado, un sexto (imperial) en curso en tiempos de Juan, un séptimo aún por venir (coalición de los 10 reyes {cuernos}) del que surgirá un octavo: la cabeza del Imperio romano (v. 10-13). Son estas 10 potencias {3} las que lucharán contra Cristo y sus ejércitos celestiales cuando venga a poner fin a la gran tribulación y a establecer su reino milenario (v. 14). Dios llevará a estos mismos poderes a odiar a la Iglesia romana a causa de sus corrupciones, y a destruirla, la cual gobernaba sobre los reyes de la tierra (v. 15-18).

6.2 - Capítulo 18

Habiendo visto el aspecto religioso de la gran Babilonia bajo la imagen de una mujer, tenemos ahora el aspecto civil bajo la imagen de una ciudad. La apostasía es total; no queda nada “cristiano”. No solo ha robado a sus “fieles” para enriquecerse, sino también para enriquecer a los poderes financieros y comerciales del mundo (v. 1-3). Como su iniquidad ha llegado al colmo, los que han creído en el Evangelio del reino y están en medio de ella están llamados a salir o se enfrentarán a un juicio inminente (v. 4-5). Cosecha lo que siembra (v. 6). A causa de su orgullo y confianza en sí misma, es derribada repentinamente (v. 7-8). Todos los gobiernos del mundo {reyes de la tierra} que se beneficiaron de la gran Babilonia lamentan la pérdida que están haciendo por su caída (v. 9-10). Del mismo modo, los poderes financieros y comerciales {mercaderes de la tierra} lamentan la desaparición de esta fuente de ingresos (v. 11-19). En cambio, el cielo puede alegrarse, pues se ha hecho justicia, se ha vengado la sangre de los mártires (v. 20). Ahora desaparece por completo bajo las aguas del juicio (v. 21), junto con todo lo que hizo su esplendor humano (v. 22-23), porque se atrevió a dar muerte a los santos, olvidando que «el que os toca, toca a la niña de su ojo» (v. 24), (véase Zac. 2:1-8).

7 - Capítulos 19-20: Las bodas del Cordero – Los juicios finales

7.1 - Capítulo 19

El juicio de la iglesia romana apóstata lleva a los santos que vienen de la gran tribulación, en el cielo, a alabar a Dios por su justicia (v. 1-3), y los del período de gracia añaden su Amén (v. 4). Una voz divina anima a todos los santos celestiales a alabar (v. 5). Todos los santos vuelven a alegrarse de que el Señor haya entrado en su reino (v. 6) y de que haya llegado el momento de que la esposa de Cristo, la Iglesia, se una formalmente a él {las bodas del Cordero} (v. 7). Lo que se ve de la esposa son los frutos {hechos justos = lino fino} que habrá producido para Cristo y por medio de él (v. 8). Los santos que no forman parte de la Iglesia, los amigos del esposo, como Juan el Bautista (Juan 3:29) y los de la gran tribulación, son los bienaventurados invitados que asisten a esta boda (v. 9). El Señor puede ahora presentarse al mundo para entrar en su reino. Puesto que su reino debe ser santo, primero debe limpiar la tierra del mal y de los malvados, razón por la cual aparece como el Juez que lucha en justicia. Nada se le escapa {ojos como llama de fuego} (v. 11-12). Él mismo lleva a cabo el juicio {ropa teñida de sangre}, él, el Hijo de Dios (v. 13), (Juan 1:1) que va acompañado de la esposa (v. 14); juzga a todas las naciones mediante la Palabra (v. 15-16) (véase Hebr. 4:12). Se invita a las aves del cielo, porque, como estas naciones son malvadas, no tendrán sepultura, sino que serán devoradas por las aves de rapiña (v. 17-18) (comp. 1 Reyes 21, 24). El jefe del Imperio romano {la bestia} y su coalición tienen la osadía de luchar contra el Señor y sus ejércitos, pero ese jefe y el Anticristo {el falso profeta} son llevados para ser arrojados directamente al tormento eterno lejos de Dios {un lago de fuego y azufre} (v. 20); todos sus ejércitos son destruidos por la Palabra pronunciada por el Señor (v. 21).

7.2 - Capítulo 20

Satanás es entonces atado y arrojado al abismo por 1.000 años (v. 1-3). Durante el Milenio, los santos reinan con Cristo (2 Tim. 2:12): están los representados por los 24 ancianos (4:4), que han estado en estos tronos desde el arrebato de la Iglesia, más los que se ven en el quinto sello (6:9), que murieron como mártires entre el arrebato de la Iglesia y la gran tribulación, y los de la gran tribulación que se negaron a llevar la marca de la bestia (v. 4) (véase 13:16). Todos estos fueron resucitados en diferentes etapas de la primera resurrección, mientras que todos los que murieron en sus pecados siguen esperando la segunda resurrección, después del Milenio (v. 5-6). Al final del Milenio, Satanás será desatado y extraviará a todos los habitantes de la tierra que se hayan sometido por la fuerza (Sal. 18:44), y los llevará a levantarse y luchar contra Cristo y sus redimidos, pero no habrá lucha, porque el fuego del cielo los consumirá (v. 7-9). Satanás será entonces arrojado lejos de Dios al tormento eterno (v. 10). Ha llegado el momento del “juicio final”, que parece tener lugar cuando desaparezcan los cielos y la tierra (v. 11). Los muertos restantes (v. 5), todos los que siempre han muerto en sus pecados (Juan 8:24), son ahora resucitados y juzgados según sus obras (v. 11-13). Entonces la muerte misma, el Hades (la morada de las almas de los muertos) y los muertos, son arrojados lejos de Dios al tormento eterno (v. 14-15).

8 - Capítulos 21-22:5: El estado eterno y la descripción de la Esposa

El estado eterno: Cuando terminen los juicios, la creación presente será quemada con fuego (2 Pe. 3:7, 10) y se crearán un cielo nuevo y una tierra nueva (v. 1). La Iglesia será presentada como la sede del gobierno {ciudad santa} de la nueva tierra {nueva Jerusalén}, unida a Cristo {esposa}. Dios puede ahora habitar con la humanidad porque han desaparecido por completo todas las huellas del pecado y sus consecuencias (v. 2-4). «Hecho está», los consejos de Dios han llegado a su fin. El Señor pide ahora a Juan que escriba todas estas cosas para darlas a conocer, a fin de que la humanidad crea, reciba la vida y obtenga esta herencia. Los que permanezcan en sus pecados tendrán su parte en el tormento eterno (v. 5-8).

De vuelta a la esposa en el Milenio: Ella está puesta en contraste con la falsa iglesia por la similitud de su presentación (17:1; 21:9). Aquí se la ve como la sede milenaria del gobierno de la tierra {ciudad santa, Jerusalén} (v. 10). Ella ilumina moralmente la tierra {lampara} con la gloria de Dios (v. 11) {jaspe, comp. 4:3}. El mal que aún existe, aunque esté contenido, no puede entrar en ella {muro alto}, pero la bendición puede salir de ella {puertas} hacia Israel {nombre de las 12 tribus} en primer lugar (v. 12-13). Si el fundamento de la Asamblea es Cristo (Mat. 16:18; 1 Cor. 3:11), el fundamento de lo que la define son los apóstoles (v. 14), (véase Efe. 2:20-21; 3:3-5). Dios es el arquitecto de esta ciudad (Hebr. 11:10), sus medidas {caña de oro} son perfectas, todas las dimensiones son iguales (v. 15-17). Por fuera vemos la gloria de Dios {jaspe}, por dentro todo es divino {oro}, todo es transparente {vidrio puro}, no hay sombra (v. 18). Los 12 cimientos reflejan cada uno una gloria particular {diversas piedras preciosas} (v. 19-20). La bendición que se derrama sobre Israel y las naciones se ve como procedente de la Esposa (v. 21), {perla; comp. la perla preciosa (Mat. 13:46)}. La Jerusalén celestial está en la luz de Dios por medio de Cristo, no hay templo, a diferencia de la Jerusalén terrenal donde había un templo, porque para el hombre en la tierra, Dios mora en la oscuridad profunda (v. 22-23), (véase 1 Reyes 8:12). Será una bendición para toda la tierra (v. 24). Sus puertas nunca se cierran porque la luz siempre presente hace que todas las cosas se manifiesten (Efe. 5:13); puede recibir la gloria rendida por las naciones sin que el mal aún presente en la tierra pueda entrar (v. 25-27).

9 - Capítulo 22

En medio de la ciudad santa, Dios es la fuente de la vida divina {flujo de agua viva que sale del trono} que poseen los que componen esa ciudad (v. 1), que gozan continuamente {cada mes} de los frutos de Cristo {árbol de vida} que traerá el orden {la curación} a la tierra (v. 2). Aunque el pecado sigue presente en la tierra (pero bajo control), no se encuentra en la ciudad santa {no más maldición} porque Dios está presente allí y los que la componen llevan su nombre (v. 3-4). Reinarán no solo durante el Milenio, sino para siempre (v. 5).

La revelación de Jesucristo (1:1) ha terminado. Bienaventurados los que guardan estas palabras (v. 6-7). Esto debe llevarlos a rendir homenaje solo a Dios (v. 8-9). Como el tiempo de la venida de estas cosas está cerca, esta revelación no debe quedar precintada, y todos deben tomar partido por ella (v. 10-11). En su venida, el Señor dará a cada uno según sus obras (v. 12-13); los que crean tendrán su parte en la ciudad santa, los demás en el tormento eterno (v. 14-15). Esta revelación dada a las asambleas procede de Aquel que es a la vez Dios {raíz de David} y hombre {posteridad de David} y que aparece como la estrella de la mañana, anunciando la llegada del alba (v. 16). Cuando lo ven, el Espíritu y la Iglesia lo llaman, así como a cada individuo; hasta que él venga, todavía es tiempo de gracia (v. 17). Bienaventurados los que guardan estas palabras, pero ¡ay de los que le añaden o le quitan! (v. 18-19). Jesús cierra el Libro con la promesa: «Sí, vengo pronto» y como Juan lo llamamos «Amén, ¡ven, Señor Jesús!» (v. 20).

10 - Algunos versículos claves

«Al que nos ama, y nos ha lavado de nuestros pecados con su sangre» (1:5).

«Yo soy el primero y el último, y el que vive, y estuve muerto, y vivo por los siglos de los siglos» (1:17-18).

«Y vi en medio del trono… un Cordero como sacrificado» (5:6).

«Yo soy la raíz y la posteridad de David, la estrella resplandeciente de la mañana» (22:16).

«Sí, vengo pronto» (22:20).


11 - Conclusión

Este último libro de la Biblia presenta el final del plan de Dios para la humanidad. Se puede resumir de la siguiente manera: Dios eligió a los hombres antes de la fundación del mundo y los predestinó para que fueran adoptados por él, a fin de que fueran eternamente para alabanza de su gloria (Efe. 1:3-14). Veamos rápidamente cómo ha actuado Dios con el hombre para cumplir su propósito.

Dios creó al hombre a su imagen y semejanza, para que mantuviera una relación con él. Cuando el hombre pecó, la relación se rompió, pero Dios tenía preparado un plan para restablecer esa relación y llevar al hombre a su presencia.

Dios puso al hombre a prueba de varias maneras para demostrar su estado irremediable, de modo que la gracia que le mostraría fuese magnificada:

• Situado en condiciones ideales, estando en la inocencia, el hombre pecó (Gén. 2 - 3);

• Abandonado a sí mismo, su pecado empeoró y Dios tuvo que destruirlo, excepto a Noé (que temía a Dios), y a su familia (Gén. 4 - 8);

• Puesto bajo el gobierno confiado al hombre, para refrenarlo, el hombre se volvió arrogante y se entregó a la idolatría (Gén. 9 - 11);

• Llamado a salir de la idolatría, a Abraham se le prometió descendencia que se convertiría en el pueblo de Dios, Israel (Gén. 12 - 50). Pero Israel cayó en la servidumbre del mundo (Egipto).

• Redimido del mundo (la Pascua), el pueblo fue sometido a la Ley para probar su obediencia (Éx. y Lev.) –pero el hombre desobedeció.

• Llevado a la tierra prometida y colmado de bendiciones (Núm. y Josué), el pueblo se alejó cada vez más de Dios (Jueces-Rut). Acabaron rechazando a Dios y quisieron ser gobernados por un rey, como las naciones (1 Sam.).

• Bajo el liderazgo de los sucesivos reyes, el pueblo se volvió a los ídolos y rechazó a los muchos profetas que Dios les había enviado para que los guiaran de vuelta de sus malos caminos. Dios los llevó al cautiverio (2 Sam. – 2 Crón.; Is. – Sof.).

• Al regresar a su tierra después de 70 años de cautiverio, el pueblo no había cambiado (Esd. – Neh.; Hageo – Mal.), y Dios dejó de hablarles.

La prueba del hombre había terminado; era irremediablemente malo. Dios manifiesta entonces su gracia.

Dios envía a su Hijo único a la tierra para cumplir la obra de redención por la cual el hombre puede ser lavado de sus pecados y así ser redimido, creyendo en esta obra (Mat. – Juan). Este es el actual período de gracia durante el cual se está formando la Iglesia, constituida por todos los creyentes que están siendo edificados sobre el fundamento de los apóstoles (Hec. – Judas).

Cuando la Iglesia esté completa, el Señor vendrá a tomarla para sí. Entonces vendrán grandes juicios sobre los que no han creído, e Israel tendrá que pasar por una gran tribulación para que puedan reconocer a Aquel a quien traspasaron. Entonces el Señor reinará durante 1.000 años, durante los cuales la tierra y las naciones serán bendecidas. Al final de este reinado bendito, los hombres, impulsados por Satanás, se levantarán de nuevo contra Cristo, que los destruirá. Entonces vendrá el fin: todos los muertos que no tuvieron parte en la primera resurrección resucitarán; serán juzgados y arrojados al fuego eterno con el diablo; luego pasarán el cielo y la tierra actuales y habrá cielos nuevos y una tierra nueva donde ya no habrá pecado. Entonces la morada de Dios estará con la humanidad (Apocalipsis).