Y los hombres lo tomaron por de buen agüero, y se apresuraron a cerciorarse de si eso fué dicho de propósito. Dijeron pues: ¡Tu hermano Ben-hadad! Y él dijo: Id, traedle. Ben-hadad pues salió a él; y él le hizo subir consigo en el carro.
Entonces Ben-hadad le dijo: Las ciudades que quitó mi padre a tu padre, te las restituiré; y tú harás para ti en Damasco calles de casas derribadas, lo mismo que hizo mi padre en Samaria. Y yo, respondió Acab, con este pacto te enviaré libre. Hizo pues pacto con él, y le dejó ir.
Y él le dijo: Por cuanto no obedeciste la voz de Jehová, luego que te apartes de mí te herirá a ti un león. Y apartándose de él, le halló un león y le hirió.
Y cuando el rey iba pasando, él dió voces al rey, y le dijo: Tu siervo salió a pelear en medio de la batalla: y he aquí que desviándose un hombre hacia mí, me trajo un prisionero, diciendo: Guarda a este hombre: si de cualquiera manera llegare a escaparse, tu vida responderá por su vida, o pagarás un talento de plata.
Y aconteció que estando tu siervo ocupado en esta y en esotra parte, he aquí que el prisionero no parecía. A lo que le dijo el rey de Israel: Tal es tu sentencia; tú mismo lo has decidido.
Y éste le dijo: Así dice Jehová: Por cuanto dejaste salir de tu mano al hombre que yo había señalado para total destrucción, responderá tu vida por su vida, y tu pueblo por su pueblo.
Acab habló a Nabot, diciendo: Dame tu viña, para que la tenga por huerta de hortalizas; porque está muy junto a mi casa; y yo te daré en lugar de ella otra viña mejor que ella; o si prefieres, te daré en dinero el valor de ella.
De modo que Acab volvió a su casa adusto y enojado, a causa de la respuesta que le había dado Nabot jezreelita, diciendo: No te daré la herencia de mis padres. Con lo cual se echó sobre su cama, y apartó su rostro, y no comió nada.
Y él le respondió: Porque hablé con Nabot jezreelita, diciéndole: Dame tu viña por dinero, o si más te gusta, te daré otra viña en lugar de ella: y él contestó: No te daré mi viña.
Entonces le dijo Jezabel su mujer: ¿Acaso tú ahora reinas sobre Israel? ¡Levántate, come pan, y alégrese tu corazón; que yo te daré la viña de Nabot jezreelita!
Ella pues escribió cartas en nombre de Acab, y las selló con su sello, y envió las cartas a los ancianos y a los nobles que había en su ciudad, los cuales habitaban allí juntamente con Nabot.
y haced que se sienten dos hombres, hijos de Belial, enfrente de él, y testifiquen ellos contra él, diciendo: ¡Tú has renegado de Dios y del rey! Luego sacadle, y apedreadle, para que muera.
Y los hombres de su ciudad, los ancianos y los nobles que habitaban en su ciudad, hicieron según lo que Jezabel les había enviado a decir, conforme a lo escrito en las cartas que ella les había remitido:
luego entraron dos hombres, hijos de Belial, los cuales se sentaron enfrente de él; y testificaron aquellos hombres de Belial contra Nabot, delante del pueblo, diciendo: ¡Nabot ha renegado de Dios y del rey! y sacándole fuera de la ciudad, le apedrearon de modo que murió.
Y sucedió que cuando oyó Jezabel que había sido apedreado Nabot y que era muerto, Jezabel dijo a Acab: ¡Levántate, toma posesión de la viña de Nabot jezreelita, el cual se negó a dártela por dinero; que ya no vive Nabot, sino que es muerto!
Levántate, desciende al encuentro de Acab rey de Israel, que está en Samaria; he aquí que está en la viña de Nabot, adonde ha descendido para tomar posesión de ella:
y le hablarás, diciendo: Así dice Jehová: ¿Has matado, y también has tomado posesión? Luego le hablarás, diciendo: Así dice Jehová: ¡En el mismo sitio donde lamieron los perros la sangre de Nabot, perros lamerán tu sangre, la tuya misma!
Y Acab respondió a Elías: ¿Me has hallado, oh enemigo mío? A lo que dijo: Sí, te he hallado; por cuanto te has vendido para hacer maldad delante de Jehová.
He aquí, dice Jehová, que voy a traer sobre ti el mal; y consumiré tu posteridad, y destruiré de Acab hasta los perros, así lo precioso como lo vil en Israel.
Y pondré tu casa como la casa de Jeroboam hijo de Nabat, y como la casa de Baasa hijo de Ahías; por la provocación con que me has provocado a ira, y has hecho pecar a Israel.
Pues obró muy abominablemente, siguiendo en pos de los ídolos, conforme a todo lo que hicieron los Amorreos, a quienes Jehová desposeyó delante de los hijos de Israel.)
¿Has visto cómo se humilla Acab delante de mí? por cuanto se ha humillado delante de mí, no traeré este mal en sus días: en los días de su hijo traeré el mal sobre su casa.
Dijo entonces el rey de Israel a sus siervos: ¿No sabéis que es nuestra Ramot-galaad; y con todo estamos callados, y no la quitamos de mano del rey de la Siria?
Y dijo a Josafat: ¿Quieres ir conmigo a la guerra contra Ramot-galaad? Y respondió Josafat al rey de Israel: Lo mismo soy yo que tú, lo mismo mi pueblo que tu pueblo, lo mismo mis caballos que tus caballos.
Juntó pues el rey de Israel a los profetas de Baal, como cuatrocientos hombres, y les dijo: ¿Subiré a la guerra contra Ramot-galaad, o desistiré? A lo que dijeron ellos: Sube; que la entregará el Señor en mano del rey.
Y respondió el rey de Israel a Josafat: Todavía hay un hombre por medio de quien pudiéramos consultar a Jehová; pero yo le aborrezco, porque nunca profetiza acerca de mí cosa buena, sino siempre mala; es a saber, Micaya hijo de Imla. A lo cual respondió Josafat: No hable el rey así.
Es de saber que el rey de Israel y Josafat rey de Judá estaban sentados cada cual sobre su trono, vestidos de sus ropas reales, en una plazuela contigua a la entrada de la puerta de Samaria; y todos los profetas estaban profetizando delante de ellos.
Y todos los profetas estaban profetizando de la misma manera, diciendo: ¡Sube a Ramot-galaad, y tendrás feliz suceso; porque Jehová la entregará en manos del rey!
Y el mensajero que había ido a llamar a Micaya, le habló, diciendo: He aquí que los dichos de los profetas con una sola boca anuncian un buen suceso al rey; ruégote pues que sea tu dicho como el dicho de uno de ellos, y que hables lo que es bueno.
Vino pues al rey; y el rey le dijo: Micaya, ¿debemos ir a pelear contra Ramot-galaad, o debemos desistir? Y él le dijo irónicamente: ¡Sube, y tendrás feliz suceso; porque la entregará Jehová en mano del rey!
Él entonces contestó: Yo ví a todo Israel disperso por las montañas, como ovejas que no tienen pastor; y dijo Jehová: Éstos no tienen señor; vuelvan ellos cada cual a su casa en paz.
Con lo cual dijo Micaya: Por lo mismo, oye tú el oráculo de Jehová: Yo ví a Jehová sentado sobre su trono, y a todos los ejércitos celestiales que estaban al rededor de él, a su diestra y a su siniestra.
Y respondió: Saldré, y seré espíritu de mentira en la boca de todos sus profetas. Y él dijo: Le engañarás, y también lograrás el intento. Sal, y hazlo así.
Ahora pues, he aquí que Jehová ha puesto un espíritu de mentira en boca de todos estos tus profetas; porque Jehová mismo ha hablado el mal acerca de ti.
Y dijo el rey de Israel a Josafat: Me conviene a mí disfrazarme y entrar así en la batalla; mas tú, ponte tus ropas reales. En efecto, se disfrazó el rey de Israel, y así entró en la batalla.
Y había mandado el rey de Siria a los treinta y dos capitanes de los carros que tenía, diciendo: No peleéis contra ninguno, chico ni grande, sino tan sólo contra el rey de Israel.
Sucedió pues que cuando vieron los capitanes de los carros a Josafat, dijeron: Seguramente éste es el rey de Israel; y se volvieron para pelear contra él; por lo cual Josafat clamó a gritos.
Pero cierto hombre tiró con el arco al acaso, e hirió al rey de Israel por entre las junturas de la armadura; por lo cual dijo al carretero: ¡Vuelve las riendas y sácame del ejercito; porque estoy gravemente herido!
Y arreció el combate en aquel día; por lo cual el rey fué sostenido en su carro, enfrente de los Siros; y murió por la tarde; y corrió la sangre de su herida por el fondo del carro.
Y lavaron el carro junto al estanque de Samaria; y lamieron los perros su sangre, (también las rameras se bañaban allí); conforme a la palabra que Jehová había hablado.
Y las demás cosas de Acab, y todo lo que hizo, y la casa de marfil que edificó, y todas las ciudades que reedificó; ¿no están escritas en el libro de las crónicas de los reyes de Israel?
Era Josafat de edad de treinta y cinco años cuando entró a reinar, y veinte y cinco años reinó en Jerusalem; y el nombre de su madre fué Azuba, hija de Silhi.
Y anduvo en todo el camino de Asa su padre, nunca se apartó de él, haciendo lo que era recto a los ojos de Jehová. Esto no obstante, los altos no fueron quitados; aún seguía el pueblo sacrificando y quemando incienso en los altos.
E hizo lo que era malo a los ojos de Jehová, andando en el camino de su padre, y en el camino de su madre, y en el camino de Jeroboam hijo de Nabat, el cual hizo pecar a Israel;
Sucedió también que cayó Ocozías por una ventana balaustrada de su cámara alta que tenía en Samaria, y enfermó. Por lo cual envió mensajeros, y les dijo: Id, consultad a Baal-zebub, dios de Ecrón, si acaso sanaré de esta enfermedad.
Entonces el ángel de Jehová dijo a Elías tesbita: Levántate, sube a encontrarte con los mensajeros del rey de Samaria, y les dirás: ¿Será que por no haber Dios en Israel, vosotros vayáis a consultar a Baal-zebub, dios de Ecrón?
Y le contestaron: Un hombre vino a encontramos, y nos dijo: Andad, volved al rey que os envió, y decidle: Así dice Jehová: ¿Será que por no haber Dios en Israel, tú envías a consultar a Baal-zebub; dios de Ecrón? Por tanto de la cama adonde has subido no descenderás, sino que de seguro morirás.