y tomó los tesoros de la Casa de Jehová, y los tesoros de la casa del rey, en fin, lo tomó todo: tomó también todos los escudos de oro que había hecho Salomón.
E hizo el rey Roboam en lugar de ellos escudos de bronce, y los depositó en manos de los capitanes de la guardia real, que guardaban la puerta de la casa del rey.
Y yació Roboam con sus padres, y fué enterrado con sus padres en la ciudad de David; y el nombre de su madre fue Naama ammonita; y reinó Abiam su hijo en su lugar.
Y anduvo en todos los pecados de su padre, que éste había cometido antes de él; y no fué perfecto su corazón para con Jehová su Dios, como el corazón de David su padre.
Sin embargo, por amor de David le dió Jehová su Dios una lámpara en Jerusalem, haciendo elevar a su hijo después de él, y dejando aún en pie a Jerusalem:
por cuanto había hecho David lo que era recto a los ojos de Jehová, sin apartarse en nada de lo que le había mandado, todos sus días, salvo en lo tocante a Urías heteo.
Y las demás cosas de Abiam, con todo lo que hizo, ¿no están escritas en el libro de las crónicas de los reyes de Judá? Hubo guerra, pues, entre Abiam y Jeroboam:
y aun a Maaca, madre suya, la depuso de la dignidad de reina madre, por cuanto ella había hecho para la Ashera un ídolo horroroso. Pero Asa cortó en pedazos el ídolo horroroso, y lo quemó en el valle del Cedrón.
Entonces Asa tomó toda la plata y el oro que quedaban en los tesoros de la Casa de Jehová, y en los tesoros de la casa del rey, y los entregó en manos de sus siervos, y los envió el rey Asa a Ben-hadad hijo de Tabrimón, hijo de Hezión, rey de Siria, que residía en Damasco, diciendo:
Haya pacto entre mí y ti, como hubo entre mi padre y tu padre. He aquí, te he enviado un regalo de plata y oro; anda pues, rompe tu pacto con Baasa rey de Israel, para que él se retire de mí.
Y condescendió Ben-hadad con Asa, y envió los capitanes de las fuerzas que tenía contra las ciudades de Israel, e hirió a Ijón, y a Dan, y a Abel-bet-maaca, y a toda la región de Cineret, además de todo el país de Neftalí.
Entonces el rey Asa hizo convocar por bando a toda Judá, ninguno quedó exento; y se llevaron de Ramá las piedras y las maderas con que edificaba Baasa; y con ellas fortificó el rey Asa a Geba de Benjamín y a Mizpa.
Y todas las demás cosas de Asa, con todo su poder, y todo lo que hizo, y las ciudades que edificó, ¿no están escritas en el libro de las crónicas de los reyes de Judá? Empero en el tiempo de su vejez se enfermó de los pies.
Y conspiró contra él Baasa hijo de Ahías, de la casa de Isacar; y le hirió Baasa en Gibetón que era de los Filisteos, mientras Nadab y todo Israel estaban sitiando a Gibetón;
Y sucedió que cuando llegó a reinar, hirió a todos los de la casa de Jeroboam; no dejó a Jeroboam ninguno que respirase, hasta destruirle, conforme a la palabra que habló Jehová por conducto de su siervo Ahías silonita:
Por cuanto yo te elevé desde el polvo, y te puse por príncipe sobre mi pueblo Israel, y tú has andado en el camino de Jeroboam, y has hecho pecar a mi pueblo Israel, para provocarme a ira con sus pecados;
Y también por medio del profeta Jehú hijo de Hanani fué hecha revelación de Jehová contra Baasa y contra su casa; tanto por toda la maldad que había hecho a los ojos de Jehová, para provocarle a ira con la obra de sus manos, haciéndose semejante a la casa de Jeroboam, como también porque le había muerto.
Y conspiró contra él su siervo Zimri, capitán de la mitad de sus carros: pues estando él en Tirsa, bebiendo y emborrachándose en casa de Arsa, que era mayordomo de palacio en Tirsa,
Y aconteció al reinar él, que luego que se sentó sobre el trono, hirió a toda la casa de Baasa; no le dejó ni siquiera un muchachito, ni tampoco parientes cercanos, ni amigos.
a causa de todos los pecados de Baasa, y de los pecados de Ela su hijo, que ellos habían cometido, y que hicieron cometer a Israel, provocando a ira a Jehová el Dios de Israel con sus vanidades.
En el año veinte y siete de Asa rey de Judá, comenzó a reinar Zimri, y reinó siete días en Tirsa. La gente de guerra empero estaba sitiando a Gibetón, que pertenecía a los Filisteos.
Mas cuando la gente sitiadora oyó decir: Zimri ha hecho conspiración, y también ha muerto al rey, todo Israel en aquel mismo día hizo rey sobre Israel a Omri, jefe del ejército, en medio del campamento.
Y aconteció que como viese Zimri que había sido tomada la ciudad, entró en el palacio de la casa del rey, e incendió sobre sí la casa del rey, y así murió;
a causa de los pecados que había cometido, haciendo lo que fué malo a los ojos de Jehová, y andando en el camino de Jeroboam, y en el pecado que cometió, haciendo pecar a Israel.
Entonces fué dividido el pueblo de Israel en dos facciones; la una mitad del pueblo siguió a Tibni hijo de Ginat, para hacerle rey a él; y la otra mitad siguió a Omri.
Compró entonces el monte de Samaria a Semer, por dos talentos de plata, y edificó en el monte; y llamó el nombre de la ciudad que edificó, según el nombre de Semer, dueño del monte, Samaria.
Porque anduvo en todos los caminos de Jeroboam hijo de Nabat, y en su pecado con que hizo pecar a Israel, para provocar a ira a Jehová el Dios de Israel con sus vanidades.
Acab pues, hijo de Omri, comenzó a reinar sobre Israel en el año treinta y ocho de Asa rey de Judá; y reinó Acab hijo de Omri sobre Israel en Samaria veinte y dos años.
Porque aconteció, como si fuese cosa liviana andar en los pecados de Jeroboam hijo de Nabat, que tomó por mujer a Jezabel, hija de Et-baal, rey de los Sidonios, y fué y sirvió a Baal, y le adoró.
Acab hizo también la Ashera en Samaria; Acab hizo más para provocar a ira a Jehová el Dios de Israel, que todos los reyes de Israel que habían sido antes de él.
En sus días Hiel bet-elita reedificó a Jericó: en Abiram su primogénito echó los cimientos de ella, y en Segub su hijo menor, hizo levantar las puertas; conforme a la palabra que habló Jehová por conducto de Josué hijo de Nun.
ENTONCES Elías tesbita, que era de los habitantes de Galaad, dijo a Acab: ¡Vive Jehová, el Dios de Israel, delante de quien yo estoy en pie, cual siervo suyo, que no habrá en estos años ni rocío ni lluvia, sino conforme a mi palabra!
Levantóse pues y se fué a Sarepta; y al llegar a la entrada de la ciudad, he aquí que allí estaba una mujer viuda que iba recogiendo palitos; y él la llamó, diciendo: Ruégote me traigas un poco de agua en una vasija, para que beba.
A lo que ella respondió: ¡Vive Jehová tu Dios! que no tengo ni siquiera una torta, sino tan sólo un puñado de harina en la orza, y un poco de aceite en la alcuza; y he aquí que estoy recogiendo dos palitos para ir y aderezarlo para mí y mi hijo, para que comamos, y después muramos.
Entonces le dijo Elías: No temas; véte y haz como has dicho; pero haz de ello para mí primero una torta pequeña, y tráemela acá fuera; y para ti y para tu hijo harás después.
Porque así dice Jehová, el Dios de Israel: La orza de harina no vendrá a menos, ni menguará la alcuza de aceite, hasta el día que Jehová diere lluvia sobre la tierra.
Mas aconteció después de estas cosas, que enfermó el hijo de aquella mujer, dueña de la casa; y fué su enfermedad tan grave, que no quedó en él resuello.
Entonces ella dijo a Elías: ¿Qué tengo yo que ver contigo, oh varón de Dios? ¿has venido a mí para renovar la memoria de mi pecado, y para hacer morir a mi hijo?