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7 - La Iglesia hoy


person Autor: Michael HARDT 12

library_books Serie: Preguntas frecuentes acerca (FAQ)

flag Tema: La Iglesia o la Asamblea

(Fuente autorizada: creced.ch – Reproducido con autorización)


Cuando se trata de la Iglesia universal, la escribimos con «I» Mayúscula; cuando es de la iglesia local, la escribimos con «i» minúscula.

7.1 - Introducción

Todo hombre, habiendo puesto su confianza en Jesucristo, desea la comunión con otros hijos de Dios. Pero desafortunadamente los cristianos de hoy se encuentran en muchas iglesias y grupos diferentes. ¿Qué hay que hacer?

Para poder dar respuesta a esta pregunta es indispensable conocer el pensamiento de Dios sobre la iglesia (asamblea o iglesia, sea cual sea el nombre que se le dé). Nos lo hace conocer en la Biblia. Allí, nos muestra primero lo que es la Iglesia de Dios y finalmente cómo deben reunirse los creyentes.

Me gustaría demostrar en forma de preguntas y con un mínimo de palabras lo que la Palabra de Dios nos dice al respecto. Soy consciente de que de esta forma abreviada no permite llegar al fondo de cada pregunta. Pero tal vez estas respuestas cortas darán ganas de reflexionar más profundamente sobre el tema.

7.2 - ¿Qué significa la palabra «iglesia»?

La palabra griega «ekklesia» traducida por iglesia significa «llamado fuera de».

La Iglesia de Dios no tiene nada que ver con el mundo. Ella es celestial, llamada fuera del mundo para pertenecer a Cristo.

Él mismo dijo:

«Sobre esta roca edificaré mi iglesia».
Mateo 16:18

7.3 - ¿Qué es la «Iglesia»?

La Palabra de Dios sólo conoce una Iglesia. Esta Iglesia está formada por todos los creyentes que han escuchado y creído el evangelio de la salvación (Efesios 1:13).

Han sido unidos en un solo cuerpo, no como siendo miembros de alguna organización, sino por el Espíritu Santo.

«Porque por un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un cuerpo, sean judíos o griegos, sean esclavos o libres; y a todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu» (1 Corintios 12:13).

La cabeza de este cuerpo es Cristo. Así, todos los que pertenecen a la Iglesia están inseparablemente unidos entre sí.

7.4 - ¿Cuándo comenzó la «Iglesia»?

La Iglesia comenzó el día de Pentecostés, 50 días después de la resurrección del Señor. En ese momento, el Espíritu de Dios vino a la tierra como se nos informa en Hechos 2.

7.4.1 - ¿Por qué no antes?

La Iglesia no podía comenzar más temprano, porque Cristo primero tenía que morir, resucitar y ser glorificado antes de que el Espíritu Santo pudiera venir. «Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyesen en él; pues aún no había venido el Espíritu Santo, porque Jesús no había sido aún glorificado» (Juan 7:39).
Cuando el Señor Jesús habló de la Iglesia en Mateo 16, todavía no existía. Primero tuvo que ser creada: «Sobre esta roca edificaré mi iglesia» (v. 18).

7.4.2 - ¿Por qué no más tarde?

Muchos han pensado que la Iglesia comenzó más tarde porque en esta cámara alta de Jerusalén, el día de Pentecostés, sólo había judíos, los creyentes de las naciones fueron añadidos más tarde (Hechos 10 y 11).
Ahora bien, la Iglesia comenzó el día de Pentecostés en Hechos 2, porque leemos al final del capítulo que «el Señor añadía cada día a la iglesia los que habían de ser salvos».
En algunos manuscritos y traducciones de la Biblia falta la palabra «iglesia» en Hechos 2:47. Pero eso no quita nada del hecho de que un poco más adelante se menciona de nuevo a la iglesia (Hechos 5:11). Además, el Señor Jesús dijo poco antes de su ascensión que el bautismo por el Espíritu Santo, es decir, la creación de la Iglesia, tendría lugar en «no muchos días» (Hechos 1:5). Y así es exactamente como sucedió. En conclusión, la Iglesia vino a la existencia.

7.5 - ¿Habla el Antiguo Testamento de la «Iglesia»?

No. El misterio de Cristo y de la Iglesia no «se dio a conocer» hasta entonces (Efesios 3:5).

Fue el apóstol Pablo quien tuvo la misión de comunicarlo. Dice de sí mismo: «A mí, que soy menos que el más pequeño de todos los santos, me fue dada esta gracia de anunciar entre los gentiles el evangelio de las inescrutables riquezas de Cristo, y de aclarar a todos cuál sea la dispensación del misterio escondido» (Efesios 3:8, 9).

El Antiguo Testamento evoca solamente tipos de la Iglesia (p. ej. Eva, Rebeca). Pero nadie puede reconocer la verdad de la Iglesia por estas imágenes –sin la luz del Nuevo Testamento.

7.6 - ¿Quién compone hoy la Iglesia? O: ¿Cómo llegar a ser miembro del cuerpo de Cristo?

Todos los que creyeron en el evangelio de la gracia y que, por lo tanto, fueron añadidos a un solo cuerpo forman parte de la Iglesia.

«Habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa» (Efesios 1:13).

«Porque así como el cuerpo es uno, y tiene muchos miembros, pero todos los miembros del cuerpo, siendo muchos, son un solo cuerpo, así también Cristo. Porque por un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un cuerpo, sean judíos o griegos, sean esclavos o libres; y a todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu» (1 Corintios 12:12, 13).

Son, pues, los que se han convertido al Señor Jesucristo, de entre los judíos y de entre las naciones.

Por lo tanto, quien cree en el Evangelio es miembro de la «Iglesia del Dios vivo», la única Iglesia reconocida en el Nuevo Testamento. No hay necesidad de «unirse» a ninguna organización o iglesia. Un verdadero creyente es y sigue siendo miembro del cuerpo de Cristo.

7.7 - ¿Por qué el Nuevo Testamento usa imágenes para describir la iglesia?

¿Cómo explicarle a un pigmeo del bosque ecuatorial –que nunca ha visto un avión– qué es un avión?

No podemos evitar usar imágenes, por ejemplo diciéndole que un avión es un pájaro grande, pero hecho de metal, y que no puede aterrizar en los árboles, y que bebe keroseno en vez de agua, etc… Esto le dará al pigmeo una idea de lo que es un avión.

De la misma manera, Dios usa imágenes que nos son familiares (por ejemplo, el cuerpo, la esposa, la casa) para explicarnos lo que es la iglesia.

7.8 - Qué queremos decir con:

7.8.1 - La Iglesia es el cuerpo de Cristo

Cuando Dios presenta la Iglesia como un cuerpo, eso indica:

  • Que todos somos diferentes como lo son los miembros de nuestro cuerpo, y que tenemos diferentes funciones. «Mas ahora Dios ha colocado los miembros cada uno de ellos en el cuerpo, como él quiso. Porque si todos fueran un solo miembro, ¿dónde estaría el cuerpo? Pero ahora son muchos los miembros, pero el cuerpo es uno solo» (1 Corintios 12:18-20).
  • Que hay unidad, así como los miembros de un cuerpo trabajan juntos en unidad, «Porque así como el cuerpo es uno, y tiene muchos miembros, pero todos los miembros del cuerpo, siendo muchos, son un solo cuerpo, así también Cristo» (1 Corintios 12:12).
  • Y lo más importante, Cristo es la cabeza, o cabeza de este cuerpo, «… que es la cabeza, Cristo» (Efesios 4:15).

7.8.2 - La Iglesia es la casa de Dios

En una casa todo está arreglado de acuerdo a los deseos del jefe de la casa. Lo mismo vale para la casa de Dios:

  • El orden según Dios debe ser respetado, «para que si tardo, sepas cómo debes conducirte en la casa de Dios, que es la iglesia del Dios viviente» (1 Timoteo 3:15).
  • La gloria del jefe de la casa allí se despliega y se le honra: «Jehová, la habitación de tu casa he amado, y el lugar de la morada de tu gloria» (Salmos 26:8).
  • Todo debe ser santo: «La santidad conviene a tu casa, oh Jehová, por los siglos y para siempre» (Salmos 93:5).

Las citas en los Salmos se refieren naturalmente al Templo de Dios en el Antiguo Testamento. Pero muestran que el honor, la gloria y la santidad son parte de la casa de Dios. Hoy es la iglesia la morada de Dios.

«Ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de Dios, edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo, en quien todo el edificio, bien coordinado, va creciendo para ser un templo santo en el Señor; en quien vosotros también sois juntamente edificados para morada de Dios en el Espíritu» (Efesios 2:19-22).

7.8.3 - La Iglesia es la esposa de Cristo

La imagen de una esposa habla de afectos y de una relación extremadamente íntima e indisoluble (Génesis 2:24).

Muestra que hay una relación amorosa entre Cristo y la Iglesia. «Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella, para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra, a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha» (Efesios 5:25-27).

Los afectos de la Iglesia no deben ser compartidos, sino reservados solo para Cristo. Es bajo este aspecto que Pablo dice a los creyentes de Corinto: «Os he desposado con un solo esposo, para presentaros como una virgen pura a Cristo» (2 Corintios 11:2).

Y la esposa tiene un solo gran deseo: ¡que venga su marido! «¡Amén; sí, ven, Señor Jesús» (Apocalipsis 22:17, 20).

7.9 - ¿Bajo qué aspectos podemos considerar a la Iglesia?

7.9.1 - El aspecto universal

La Iglesia de Dios en su aspecto universal incluye a todos los redimidos desde Pentecostés hasta el arrebatamiento de la iglesia. Es bajo esta perspectiva que el apóstol Pablo la ve cuando dice de ella en la epístola a los Efesios:

– «Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella» (Efesios 5:25).

– «Edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo, en quien todo el edificio, bien coordinado, va creciendo para ser un templo santo en el Señor» (Efesios 2:20, 21).

– «A fin de presentársela a sí mismo (a Cristo), una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante…» (Efesios 5:27).

En algunos lugares de la Palabra, el aspecto universal de la Iglesia de Dios se limita a los creyentes que viven en un momento particular de la tierra.

Esta es la perspectiva que se ve cuando la Iglesia se nos presenta como la morada presente de Dios en la tierra: «En quien vosotros también sois juntamente edificados para morada de Dios en el Espíritu» (Efesios 2:22).

Al partir el pan expresamos la unidad de la iglesia de Dios, porque el pan demuestra el conjunto de todos los creyentes que viven en la tierra en ese momento: «Siendo uno solo el pan, nosotros, con ser muchos, somos un cuerpo» (1 Corintios 10:17).

7.9.2 - El aspecto local

La iglesia de Dios bajo su aspecto local está formada por todos los creyentes que están en un lugar específico. Es una manifestación de toda la Iglesia de Dios (=aspecto universal). Es desde este ángulo, local, que el apóstol Pablo habla de ella en la carta a los Corintios.

Ya lo vemos en los primeros versículos: «A la iglesia de Dios que está en Corinto, a los santificados en Cristo Jesús, llamados a ser santos con todos los que en cualquier lugar invocan el nombre de nuestro Señor Jesucristo, Señor de ellos y nuestro» (1 Corintios 1:2).

Poco después dijo a los creyentes de Corinto: «¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros?» y: «Vosotros, pues, sois el cuerpo de Cristo» (1 Corintios 3:16; 12:27).

7.10 - ¿Qué significa la expresión «la iglesia de Dios en tal o cual lugar»?

La iglesia en tal localidad (por ejemplo, en Antioquía), incluía a todos los creyentes de esta localidad. Ella era parte de la Iglesia de Dios y era su expresión local.

  • En el pasado, en los tiempos del Nuevo Testamento, era fácil de ver, porque todos los cristianos se reunían sobre los mismos fundamentos. Si eran demasiado numerosos para reunirse en un solo lugar, se reunían en casas distintas, pero lo hacían en comunión unos con otros. Eran conocidos como cristianos, y aun los no creyentes no se atrevían a unirse a ellos (Hechos 5:13).
  • Hoy en día, las cosas son más complicadas. Sin embargo, los principios divinos permanecen. De hecho, los hombres han formado iglesias, reuniones, organizaciones, etc., introduciendo la necesidad de llegar a ser un miembro (que es algo diferente a ser un miembro del cuerpo de Cristo).

Entonces, ¿cómo es posible «ver» o «mostrar» la iglesia de Dios localmente hoy? Solo reuniéndose sobre la base de la Escritura con todos aquellos que tienen este mismo deseo. Sin embargo, debemos ser conscientes de que los que se reúnen de esta manera no forman la iglesia entera en este lugar.

7.11 - ¿Qué significa estar «reunidos en el nombre del Señor»?

El cristiano quiere, en principio, hacerlo todo en el nombre del Señor, incluso comer y beber: «Todo lo que hacéis, sea de palabra o de hecho, hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús» (Colosenses 3:17).

Pero si uno quiere reunirse en su nombre, es necesario que el Señor sea el centro de la reunión. Él mismo dice estas importantes palabras: «Donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos» (Mateo 18:20). Él debe poder dirigirlo todo y ser el centro de nuestra atención. Se puede estar reunido en el nombre del Señor solo si se reconoce Su autoridad.

Mateo 18:20 demuestra los principios fundamentales para reunirse como iglesia.

  1. «Donde»: el lugar escogido por Dios (Deuteronomio 12);
  2. «dos o tres»: un número mínimo determinado por Dios para un testimonio dado a Cristo;
  3. «están»: el poder divino (el del Espíritu Santo) que reúne a los creyentes;
  4. «congregados»: una unidad divina; producida por el Espíritu Santo
  5. «en mi nombre»: el nombre divino del Señor Jesucristo que reúne;
  6. «allí estoy yo»: la presencia de la persona divina - Cristo;
  7. «en medio de ellos»: el Señor Jesús, el centro divino.

En conclusión podemos decir: para reunirse según Mateo 18:20 es necesario que:

  • el Señor sea el centro de la reunión,
  • el cuerpo de Cristo sea la base, y
  • la autoridad del Señor sea reconocida en la separación del mal.

7.12 - ¿Qué es una reunión de «iglesia»?

Es un encuentro donde «se reúne toda la iglesia» (1 Corintios 14:23). Cuando decimos «toda la iglesia» son, por supuesto, los que están en el lugar X que pueden hacerlo, y que tienen el deseo de hacerlo.

La expresión «cuando, pues, os reunís» (1 Corintios 11:20) implica que los principios de Mateo 18:20 sean respetados y cumplidos.

El Nuevo Testamento menciona tres ocasiones o naturalezas de tales reuniones de iglesia:

7.12.1 - Para partir el pan

«El primer día de la semana, reunidos los discípulos para partir el pan» (Hechos 20:7).

El apóstol enseña a los corintios en su primera epístola sobre la Cena del Señor. En primer lugar, tuvo que juzgar cómo partían el pan juntos: «Cuando, pues, os reunís vosotros, esto no es comer la cena del Señor. Porque al comer, cada uno se adelanta a tomar su propia cena; y uno tiene hambre, y otro se embriaga» (1 Corintios 11:20, 21).

Luego da instrucciones divinas en cuanto a la reunión para la partición del pan: «Porque yo recibí del Señor lo que también os he enseñado: Que el Señor Jesús, la noche que fue entregado, tomó pan; y habiendo dado gracias, lo partió, y dijo: Tomad, comed; esto es mi cuerpo que por vosotros es partido; haced esto en memoria de mí. Asimismo tomó también la copa, después de haber cenado, diciendo: Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre; haced esto todas las veces que la bebiereis, en memoria de mí. Así, pues, todas las veces que comiereis este pan, y bebiereis esta copa, la muerte del Señor anunciáis hasta que él venga.» (1 Corintios 11:23-26).

Así es como el Señor quiere que, cada domingo, los suyos partan el pan, en memoria de Él.

7.12.2 - Para orar

Para la reunión de oración, el Señor Jesús hace una promesa especial: «Si dos de vosotros se pusieren de acuerdo en la tierra acerca de cualquiera cosa que pidieren, les será hecho por mi Padre que está en los cielos. Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos» (Mateo 18:19, 20).

La iglesia de Jerusalén nos da un ejemplo: «Pedro estaba custodiado en la cárcel; pero la iglesia hacía sin cesar oración a Dios por él». Dios respondió a estas oraciones y lo sacó de la prisión a través de un ángel. Cuando quedó libre, «llegó a casa de María… donde muchos estaban reunidos orando» (Hechos 12:5, 12).

7.12.3 - Para la edificación

En cuanto a la reunión para predicar la palabra de Dios, el apóstol Pablo nos enseña en 1 Corintios 14. El objetivo es la edificación de la iglesia.

En el pasado, algunos cristianos podían hablar en lenguas (hablaremos de esto más adelante. Como la mayoría de las veces los oyentes no podían entender estos idiomas, no se beneficiaban. Es por esta razón que Pablo explica: La iglesia es construida en primer lugar por el hecho de que la Palabra de Dios toca el corazón y la conciencia de los oyentes. Él llama a este servicio la ministración (2 Corintios 9:12, 13) y lo explica de la siguiente manera:

«Pero el que profetiza habla a los hombres para edificación, exhortación y consolación. El que habla en lengua extraña, a sí mismo se edifica; pero el que profetiza, edifica a la iglesia» (1 Corintios 14:3, 4).

«Si, pues, toda la iglesia se reúne en un solo lugar, y todos hablan en lenguas, y entran indoctos o incrédulos, ¿no dirán que estáis locos? Pero si todos profetizan, y entra algún incrédulo o indocto, por todos es convencido, por todos es juzgado» (1 Corintios 14:23, 24).

7.13 - ¿Quién dirige las reuniones? ¿Es la función de un pastor? ¿O de ancianos?

Cuando los creyentes están «reunidos en el nombre del Señor» (Mateo 18:20), entonces Cristo debe estar en el centro. Él dirige todo.

No es una reunión dirigida por uno o más hombres. Cristo es el que tiene autoridad, y el Espíritu Santo obra y dirige «como él quiere». «Ahora bien, hay diversidad de dones, pero el Espíritu es el mismo. Y hay diversidad de ministerios, pero el Señor es el mismo. Y hay diversidad de operaciones, pero Dios, que hace todas las cosas en todos, es el mismo… Pero todas estas cosas las hace uno y el mismo Espíritu, repartiendo a cada uno en particular como él quiere» (1 Corintios 12:4-6, 11).

Así, pues, cada hermano debe estar dispuesto a dejarse utilizar por el Espíritu. Puede hacerlo indicando un himno, orando en voz alta y hablando para edificación. Por eso dice: «¿Qué hay, pues, hermanos? Cuando os reunís, cada uno de vosotros tiene salmo, tiene doctrina, tiene lengua, tiene revelación, tiene interpretación. Hágase todo para edificación» (1 Corintios 14:26).

Y por último, hay que considerar: «Que vuestras mujeres callen en las congregaciones; porque no les es permitido hablar» (1 Corintios 14:34).

7.14 - ¿Quién debe hacer el «ministerio de la Palabra»?

Por «ministerio de la Palabra» (Hechos 6:4) la Biblia se refiere a la enseñanza y a la predicación de la Palabra de Dios a los creyentes. Este servicio debe ser realizado por aquellos que han recibido un don para ello.

«Ahora bien, hay diversidad de dones, pero el Espíritu es el mismo. Porque a éste es dada por el Espíritu palabra de sabiduría; a otro, palabra de ciencia según el mismo Espíritu… Y a unos puso Dios en la iglesia, primeramente apóstoles, luego profetas, lo tercero maestros» (1 Corintios 12:4, 8, 28).

En la epístola a los Efesios las personas son consideradas como siendo dones. «Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros» (Efesios 4:11).

Hoy no hay más apóstoles ni profetas. Son mayormente pastores y maestros (o doctores) que sirven a los creyentes mediante la palabra de Dios. Este ministerio puede tener también un carácter profético: una palabra de Dios aplicada en el momento oportuno al corazón y a la conciencia de los que escuchan.

La Palabra de Dios no menciona iglesias (o asambleas) con un solo ministerio, es decir, un hombre tal como uno «pastor» que presenta en exclusividad la Palabra. En Antioquía había varios hermanos que predicaban la palabra: «Había entonces en la iglesia que estaba en Antioquía, profetas y maestros: Bernabé, Simón el que se llamaba Niger, Lucio de Cirene, Manaén el que se había criado junto con Herodes el tetrarca, y Saulo» (Hechos 13:1).

Finalmente, todo debe hacerse con amor y en el santo temor que es apropiado a la presencia de Dios.

7.15 - ¿Cuál es la diferencia entre los dones y los cargos o servicios?

Los dones son capacidades espirituales, por ejemplo, don de maestro (o doctor) o de evangelista. Los cargos, o servicios, es lo que se confía a la responsabilidad de siervos (diáconos) o ancianos (supervisores), de lo cual siempre se habla en plural.

  • Los dones son para todo el cuerpo de Cristo. «Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo» (Efesios 4:11, 12). Así el maestro, por ejemplo, puede enseñar a los creyentes en otras ciudades y otros países.
  • Pero los cargos son para una localidad: «establecieses ancianos en cada ciudad» (Tito 1:5) y «ruego a los ancianos… Apacentad la grey de Dios que está entre vosotros» (1 Pedro 5:1-2).

7.16 - ¿No es justo hoy en día nombrar ancianos?

En los ejemplos proporcionados en el Nuevo Testamento, los ancianos siempre eran designados por los apóstoles, o por aquellos que habían sido expresamente ordenados por el apóstol para hacerlo. «Y constituyeron (Pablo y Bernabé) ancianos en cada iglesia…» (Hechos 14:23). Pablo escribe a su colaborador Tito: «Por esta causa te dejé en Creta, para que corrigieses lo deficiente, y establecieses ancianos en cada ciudad, así como yo te mandé» (Tito 1:5).

Hoy no hay más apóstoles. ¿Por qué? Porque un apóstol debe haber visto al Señor. Esto se ilustra en Hechos 1:21, cuando Matías fue añadido a los 11 apóstoles para reemplazar a Judas Iscariote. En Hechos 9:3-6 y 1 Corintios 15:8 vemos que estas condiciones las cumple el apóstol Pablo.

Por eso tampoco quedan delegados apostólicos que puedan nombrar ancianos.

Pero todavía hay hombres con los criterios o calificaciones de los ancianos (1 Timoteo 3:1-6). Aquellos que cumplen con estos requisitos todavía pueden hacer el trabajo de ancianos, aunque no hayan sido elegidos o nombrados como tales (1 Pedro 5:2; Hechos 20:28).

7.17 - ¿Qué dones hay en el Nuevo Testamento?

En Efesios 4 se mencionan cinco dones principales. Son dados por Cristo:

Apóstoles. Eran hombres que habían visto al Señor y estaban activos con una fuerte autoridad siendo enviados por el Señor (Hechos 1:22 y 9:4, 5).

Profetas. Estos son los que profetizaban (es decir, los que daban la Palabra de Dios al pueblo). Antes de que el Nuevo Testamento fuera completo, los profetas tenían revelaciones. «Como ahora es revelado a sus santos apóstoles y profetas por el Espíritu» (Efesios 3:5). Ahora que la Biblia está completa, no hay nuevas revelaciones.

Pero aún hoy existe un ministerio profético: una palabra de Dios en el momento oportuno, destinada a la edificación de los creyentes. En 1 Corintios 14:4 se dice «el que profetiza». Tal exposición está basada en la Biblia y por lo tanto no es una nueva revelación. También había mujeres que profetizaban (Hechos 21:9), pero en la esfera del hogar, no en la iglesia (1 Corintios 14:34).

Evangelistas. Ellos llevan el evangelio a los pecadores perdidos y los dirigen al Señor y a la iglesia. Felipe, el evangelista, es un buen ejemplo de esto (Hechos 21:8), así como su actividad en Hechos 8.

Pastores. Cuidan de los individuos como el pastor lo hace de las ovejas del rebaño. Además, la significación de esta palabra es bien la de cuidador de un rebaño. Hoy en día mucha gente le da a esta palabra «pastor» otro significado, una especie de hombre para ocuparse de todo. Pero no es el «pastor» en el sentido de la Biblia.

Maestros, en el sentido de saber enseñar, son capaces de presentar la verdad de la Palabra de Dios de tal manera que los corazones de los que la escuchan se calienten y ardan por la verdad, por la persona del Señor Jesús. «Y comenzando desde Moisés, y siguiendo por todos los profetas, les declaraba en todas las Escrituras lo que de él decían… Y se decían el uno al otro: ¿No ardía nuestro corazón en nosotros, mientras nos hablaba en el camino, y cuando nos abría las Escrituras?» (Lucas 24:27, 32).

Hay también muchos otros dones (1 Corintios 12 y Romanos 12). Tengamos en cuenta que ninguno de estos pasajes da una lista completa de todos los dones.

7.18 - ¿Cuál es la función de los dones milagrosos?

7.18.1 - Al comienzo de la era cristiana

¿Para qué Dios los dio? ¿Para evangelizar? ¿Para dar espectáculos conmovedores? ¿Para disminuir el sufrimiento de los creyentes? No: ninguna de estas razones es buena.

Dios dio señales milagrosas, para probar que Dios estaba comenzando algo nuevo, una nueva era. El tiempo de la ley había pasado. Dios había formado la Iglesia mediante el Espíritu Santo. También, en el día de Pentecostés (que fue el día del comienzo de la Iglesia), hizo que Sus discípulos fueran capaces de hablar en idiomas extranjeros comprensibles para otros. ¿Quién podría negar que esto fue obra de Dios? «Testificando Dios juntamente con ellos, con señales y prodigios y diversos milagros y repartimientos del Espíritu Santo según su voluntad» (Hebreos 2:4).

Debe notarse que los idiomas fueron dados a los judíos. «En otras lenguas y con otros labios hablaré a este pueblo; y ni aun así me oirán, dice el Señor» (1 Corintios 14:21). Sirvieron como señales para los incrédulos (1 Corintios 14:22). Ciertamente hubo curaciones –Pablo curó a una persona coja en Hechos 3– pero no para remediar el sufrimiento de esa persona en primer lugar, sino para dar una señal a los incrédulos. Así, los judíos se vieron obligados a reconocer: «Porque es evidente para todos los habitantes de Jerusalén que un milagro notorio fue hecho por ellos, y no podemos negarlo» (Hechos 4:16).

7.18.2 - Hoy

Los dones de milagros y señales estaban reservados a los tiempos del comienzo de la Iglesia (Hebreos 2:3, 4). Eran la prueba visible de que la Iglesia era obra de Dios, una nueva era.

Por supuesto que Dios todavía puede hacer milagros en estos días, y lo hace. Pero esto es algo diferente del ejercicio de un don. A veces oímos que en nuestros días todavía existe el don de «hablar en lenguas». Permítanme preguntar: ¿Conocen Vdes a alguna persona que pueda hablar un idioma que nunca ha aprendido (porque eso es lo que sucedió en Hechos 2)?

Ahí, donde la gente «habla en lenguas», yo pregunto:

Si Dios da un don (como se describe en el Nuevo Testamento) tenemos que respetarlo. Pero desconfiemos de los engaños –de los falsos dones que no se ejercen de manera escrituraria, mientras se alaban como siendo «dones».

7.19 - ¿Qué significa «la ruina de la Iglesia»?

Simplemente significa que hoy las cosas son muy diferentes de lo que Dios había previsto originalmente para la Iglesia: el consejo de Dios no ha cambiado y la Iglesia sigue siendo el cuerpo de Cristo (Efesios 4:4), pero el hombre ha fallado grandemente en la práctica y la manifestación de la Iglesia.

Los cristianos están fragmentados en múltiples grupos. Muchos se han convertido en «miembros» de organizaciones cristianas –en lugar de actuar simplemente como «miembros» del cuerpo de Cristo. En muchos lugares se ha introducido el principio de un solo pastor. Además de esto, mucho mal está presente hoy en día bajo varias formas:

  • El mal eclesiástico, por ejemplo, las «herejías (o sectas)» (Gálatas 5:20);
  • El mal doctrinal en relación con Cristo (Su persona, Su naturaleza sin pecado, Su encarnación, Su humanidad, Su obra, la salvación, etc.), incluyendo la controversia de la inspiración verbal (o literal) de las Escrituras.
  • El mal moral se tolera en muchas congregaciones (1 Corintios 5; fornicación, adulterio, relaciones sexuales antes del matrimonio, etc.).

Nos encontramos en una espiral descendiente e interminable. Finalmente, muchos círculos cristianos ya ni siquiera practican la necesidad de separarse del mal.

7.20 - ¿Cómo podemos representar la unidad en un tiempo de ruina y de división?

¿El hombre lo ha estropeado todo? Sí, pero eso no significa que sea imposible practicar los principios bíblicos.

Incluso si los hombres forman organizaciones, etc., podemos simplemente hacer lo que dice la Biblia: reunirnos en torno al Señor Jesús (Mateo 18:20), dándonos cuenta de que somos miembros del cuerpo de Cristo (1 Corintios 12:12, 13). Así se puede manifestar siempre la unidad de los redimidos que perdura a pesar de la división externa. Aún hoy esto es un testimonio de la Iglesia de Dios.

Si usted tiene el deseo de someterse a la Palabra de Dios en relación con la reunión de los creyentes, entonces pídale al Señor que le ayude. Él podrá mostrar a otros creyentes que quieren reconocerle como Señor y que quieren obedecerle.

«Sigue la justicia, la fe, el amor y la paz, con los que de corazón limpio invocan al Señor» (2 Timoteo 2:22). Reúnase con ellos tratando lo más posible de poner en práctica lo que la Biblia enseña.

Esto no significa que debamos buscar formar una nueva iglesia, porque Dios formó Su Iglesia hace mucho tiempo, o sea, hace 2000 años –y eso es suficiente, Él no quiere otra. Hoy, simplemente tenemos que reconocer que fue Él quien lo hizo y conducirnos con sumisión.

7.21 - ¿Quién puede partir el pan?

Cualquier creyente –que no esté asociado con el mal. ¿Por qué todos los creyentes? Es muy simple: Porque originalmente, la partición del pan es un privilegio que pertenece a cada miembro del cuerpo de Cristo. «Siendo uno solo el pan, nosotros, con ser muchos, somos un cuerpo; pues todos participamos de aquel mismo pan» (1 Corintios 10:17).

Pero entonces, ¿qué hacer si hay pecados que lo obstaculizan? ¿Cómo puede suceder esto? Hay tres posibles razones para ello:

  • Mal moral: el hombre de 1 Corintios 5, por ejemplo, tenía que ser «expulsado» por razones de fornicación (v. 13), es decir, ya no podía frecuentar un medio cristiano, y por lo tanto tampoco participar en la Cena del Señor.
  • Mal doctrinal: si alguno no trae la doctrina de Cristo, no hay que recibirlo en casa ni saludarlo (2 Juan 9-11), y mucho menos celebrar la Cena del Señor con él. El mal doctrinal que la palabra llama «levadura» (Gálatas 5:9) –excluye la participación en la partición del pan.
  • La asociación con el mal: El que saluda a un falso doctor «participa en sus malas obras» (2 Juan 9-11). Los que visitaban el templo de ídolos en Corinto participaban (les guste o no) en la mesa de los demonios (aunque ellos mismos no creían en los ídolos). «Antes digo que lo que los gentiles sacrifican, a los demonios lo sacrifican, y no a Dios; y no quiero que vosotros os hagáis partícipes con los demonios. No podéis beber la copa del Señor, y la copa de los demonios; no podéis participar de la mesa del Señor, y de la mesa de los demonios» (1 Corintios 10:20-21).

La participación en el partimiento del pan requiere la separación del mal: «Así que, si alguno se limpia de estas cosas, será instrumento para honra, santificado, útil al Señor, y dispuesto para toda buena obra» (2 Timoteo 2:21).

7.22 - ¿Cuál es la relación entre las iglesias locales?

Una reunión local es parte de toda la Iglesia de Dios y es por lo tanto una manifestación de ella. «A la iglesia de Dios que está en Corinto… con todos los que en cualquier lugar invocan el nombre de nuestro Señor Jesucristo, Señor de ellos y nuestro» (1 Corintios 1:2).

De este modo, las reuniones locales actúan en armonía entre sí, como los miembros del cuerpo humano trabajan juntos, no unos contra otros.

Es evidente que el cuerpo no está compuesto de congregaciones sino de creyentes individuales –pero los individuos de una congregación local son todos miembros del mismo cuerpo: «[Hay] un cuerpo» (Efesios 4:4), y hay una cabeza en el cielo, Cristo. Él quiere guiar a los creyentes y a las congregaciones de acuerdo a Sus pensamientos y en armonía unos con otros.

Una congregación local es sólo la expresión y manifestación de una misma Iglesia de Dios (véase también 1 Corintios 10:17; 12:27).

Cuando una iglesia local toma una decisión (por ejemplo, admite a un creyente para la comunión o pone a una persona bajo disciplina), esta decisión también vinculará a todas las demás iglesias, es decir, se aplicará a todas las demás.

Incluso en el cielo se reconocerá esta decisión: «Todo lo que atéis en la tierra, será atado en el cielo» (Mateo 18:18). Pablo repetidamente dijo que sus instrucciones a los corintios también se aplican a todos los creyentes en todas partes:

  • «De la manera que enseño en todas partes y en todas las iglesias» (1 Corintios 4:17).
  • «Esto ordeno en todas las iglesias» (1 Corintios 7:17).
  • «Si alguno quiere ser contencioso, nosotros no tenemos tal costumbre, ni las iglesias de Dios» (1 Corintios 11:16).

7.23 - ¿Qué es la disciplina de la Iglesia?

El propósito de la disciplina en la Iglesia es:

  • La restauración (cambio de actitud y arrepentimiento) de alguien que ha actuado de una manera incompatible con la enseñanza de la Palabra de Dios,
  • El respeto del honor de Dios.
  • La prueba de que la Iglesia es «en el asunto» (2 Corintios 7:11).

El tipo de disciplina que debe ser ejercida depende del caso. Hay varios tipos, no todos son considerados por el conjunto de la Iglesia:

  • Enderezar a alguien que ha sido sorprendido por alguna falta: «Hermanos, si alguno fuere sorprendido en alguna falta, vosotros que sois espirituales, restauradle con espíritu de mansedumbre» (Gálatas 6:1).
  • Advertir y retirarse de las personas que caminan en desorden: «Amonestéis a los ociosos» (1 Tesalonicenses 5:14). «Que os apartéis de todo hermano que ande desordenadamente… Si alguno no obedece a lo que decimos por medio de esta carta, a ése señaladlo, y no os juntéis con él, para que se avergüence. Mas no lo tengáis por enemigo, sino amonestadle como a hermano» (2 Tesalonicenses 3:6, 14-15).
  • Advertir en público: «A los que persisten en pecar, repréndelos delante de todos, para que los demás también teman» (1 Timoteo 5:20, ver también Gálatas 2:11-14).
  • Fijarse en los que causan divisiones: «Mas os ruego, hermanos, que os fijéis en los que causan divisiones y tropiezos en contra de la doctrina que vosotros habéis aprendido, y que os apartéis de ellos» (Romanos 16:17; ver también Tito 3:10-11).
  • Prohibir a ciertas personas que hablasen en público (o (adj. imponer) la disciplina del silencio): «Porque hay aún muchos contumaces, habladores de vanidades y engañadores, mayormente los de la circuncisión, a los cuales es preciso tapar la boca» (Tito 1:10, 11; ver también 1 Timoteo 1:3, 4).
  • Pedir explicaciones al que ha cometido un pecado contra otra persona: «Si tu hermano peca contra ti, ve y repréndele estando tú y él solos; si te oyere, has ganado a tu hermano. Mas si no te oyere, toma aún contigo a uno o dos, para que en boca de dos o tres testigos conste toda palabra. Si no los oyere a ellos, dilo a la iglesia; y si no oyere a la iglesia, tenle por gentil y publicano» (Mateo 18:15-17).
  • Excluirlos de toda comunión cristiana: es la forma más severa de disciplina y consiste en una acción concertada de toda la Iglesia. La Iglesia debe humillarse y reconocer que no hay nada más que pueda hacer que entregar el caso a Dios. «Más bien os escribí que no os juntéis con ninguno que, llamándose hermano, fuere fornicario, o avaro, o idólatra, o maldiciente, o borracho, o ladrón; con el tal ni aun comáis… Quitad, pues, a ese perverso de entre vosotros» (1 Corintios 5:11, 13).

7.24 - ¿Qué es una secta (o herejía)?

Este término tiene diferentes significados. Originalmente una secta era una «escuela de pensamiento» o un «partido», basado en la opinión de sus líderes.

Una secta se forma en este sentido cuando impone (o se adhiere) a una doctrina especial (o se pone excesivo énfasis en una doctrina bíblica en particular) y que esta doctrina debe ser aceptada para formar parte de ese grupo. También cuando, para formar parte de ella, hay que someterse al líder del grupo.

Los creyentes de Corinto corrían este peligro: tendían a elegir un pastor favorito y a seguirlo. «He sido informado acerca de vosotros, hermanos míos… que hay entre vosotros contiendas. Quiero decir, que cada uno de vosotros dice: Yo soy de Pablo; y yo de Apolos; y yo de Cefas; y yo de Cristo» (1 Corintios 1:11-13).

El estado de ánimo resultante podría conducir a la formación de sectas. «Pues en primer lugar, cuando os reunís como iglesia, oigo que hay entre vosotros divisiones; y en parte lo creo. Porque es preciso que entre vosotros haya disensiones, para que se hagan manifiestos entre vosotros los que son aprobados» (1 Corintios 11:18, 19).

En el lenguaje común de este mundo, diferentes grupos religiosos (y a veces incluso todos) son llamados «sectas», y generalmente con un tono despectivo (ver Hechos 24:5, 14; 28:22).

¿Cómo se convierte un grupo de cristianos en una secta o «sectario» en el sentido bíblico? Principalmente de dos maneras:

  • Ya sea creando formalmente una organización de la cual uno debe formar parte para disfrutar de la comunión con los demás «miembros».
  • O imponiendo condiciones a aquellos que desean entrar en comunión –condiciones bíblicas como la pureza en el caminar, en la doctrina y en las asociaciones– o condiciones no bíblicas (por ejemplo, un código de vestimenta o prohibiciones adicionales).

7.25 - ¿Qué es una denominación?

Si usted está en una denominación (u organización llevando un nombre), sepa esto: Los primeros cristianos no tenían nombre. Fueron etiquetados como «cristianos» simplemente porque todos sabían que estaban tratando con Cristo, que se habían convertido a Él, y que estaban decididos de corazón por cumplir con Sus intereses.

¿Por qué darnos hoy un nombre y declararnos como un grupo particular de cristianos?

¡Seamos felices de ser simplemente miembros del cuerpo de Cristo! Cada creación de denominación (y también cada adherencia) es básicamente una negación de la unidad del cuerpo de Cristo (Efesios 4:4).

7.26 - ¿Cómo comportarnos con otros cristianos que no se reúnen con nosotros?

Ellos son nuestros hermanos y hermanas en Cristo. Aunque no podamos caminar por el mismo camino eclesiástico que ellos (es decir, partir el pan con ellos), los amamos.

¿Cómo puedo podemos mostrarles este amor? ¡Buscando su bien! Orando por ellos y tratando de ayudarlos fraternalmente, buscando edificarlos y fortalecer su vida de fe.

7.27 - Finalmente: ¿Qué es lo más importante? ¿La pureza en cuanto a la doctrina o la devoción al Señor?

No hay necesidad de enfrentar estas dos cosas. ¡Necesitamos las dos!

La doctrina sin devoción es comparable a un esqueleto sin carne, y la devoción sin doctrina es comparable a un cuerpo sin el esqueleto, necesario para que se mantenga en pie.

Por eso: Si queremos agradar al Señor, reconozcamos Sus pensamientos acerca de Su Iglesia y el reunirnos a Su nombre. ¿Estamos decididos a reunirnos en torno a Él durante los últimos días del testimonio cristiano, entregarnos con plena dedicación a Él y a Su Iglesia? Para hacerlo, Su gracia está a nuestra disposición.