Pláticas bíblicas sobre el Espíritu Santo

Preguntas y respuestas


person Autor: Biblicom 60

flag Tema: El Espíritu Santo


1 - Primera parte: El Espíritu Santo

1.1 - Es una Persona divina

Mateo 28:19: «Id, pues, y haced discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo».

La Escritura nos enseña que el Espíritu Santo es realmente una «Persona divina», a la par del Padre y del Hijo. Es una Persona de la Deidad. El Espíritu Santo no es una «influencia» que emana de Dios o un poder solo para el bien. Más bien, véanse los siguientes pasajes: Hechos 28:25; Juan 14:16, 26; 15:26; 16:8-14; Hechos 5:3; 13:2-4; 15:28; 1 Corintios 12:11; Efesios 4:30.

El Espíritu Santo es Dios, uno con el Padre y el Hijo, y sin embargo una Persona distinta del Padre y del Hijo. Las tres Personas divinas se nombran claramente juntas y por separado. Se manifestaron en el bautismo de Juan. Esto es lo que llamamos la Trinidad (Mat. 3:16-17; Lucas 1:35; Juan 14:26; 15:26; 2 Cor. 13:13; Mat. 28:19; Efe. 4:4-6; 1 Pe. 1:2). La Trinidad, por tanto, designa a un solo y único Dios, que se ha revelado en tres Personas distintas con la misma naturaleza. Dios es el Dios bienaventurado, en perfecta unidad y armonía divina (1 Tim. 1:11). El Espíritu Santo también es llamado por el propio Señor el Consolador.

El término «Elohim» que designa a Dios en el Antiguo Testamento está en plural en la lengua original, aunque el verbo que le sigue está en singular (Gén. 1:1, p.ej.).

1.2 - Tiene todos los atributos de la Deidad

Isaías 40:13-14: «¿Quién enseñó al Espíritu de Jehová, o le aconsejó enseñándole? ¿A quién pidió consejo para ser avisado? ¿Quién le enseñó el camino del juicio, o le enseñó ciencia, o le mostró la senda de la prudencia?»

Omnisciencia = Tiene un conocimiento profundo de todas las cosas (1 Cor. 2:10).

Omnipotencia = Él es todopoderoso (Zac. 4:6).

Omnipresencia = Él está en todas partes (Sal. 139:7).

Eternidad = Él es eterno; no tiene principio ni fin (Hebr. 9:14).

Soberanía (Juan 3:8) = Él sopla donde quiere; (1 Corintios 12:11) = Él distribuye como quiere.

La soberanía es la autoridad y el poder de actuar y decidir sin límites, como Dios, sin tener que rendir cuentas. Para Dios, esta prerrogativa es absoluta. Los creyentes deben recordar que es el Espíritu Santo “quien debe decidir y ordenar” en la Iglesia hoy en día.

1.3 - Posee los mismos caracteres que Dios

Se llama:

Destacamos el hecho de que la Palabra de Dios lo llama expresa e intencionadamente Espíritu Santo en contraste con el espíritu del hombre que no es santo.

Tiene poder para hacer milagros (Mat. 12:28; Hec. 2:4; Rom. 15:19).

El Espíritu Santo es una Persona divina que actúa con autoridad, Él:

Todo esto es algo que solo puede referirse a un ser; no es una virtud, un poder, una fuerza, una influencia, una cualidad o atributo de Dios.

Por tanto, es una Persona que habla (Hec. 8:29; 13:2; Apoc. 2 y 3), que intercede, piensa y suspira (Rom. 8:26-27), que consuela (Hec. 9:31), y a quien tampoco se puede mentir impunemente (Hec. 5:3).

Cuando el Espíritu habla a la Asamblea, esta está obligada a escuchar (véase Apoc. 2 y 3).

1.4 - Es un espíritu de poder

a) En el Antiguo Testamento: Él es:

Un poder para el testimonio (Sal. 51:12; Joel 2:28; Miq. 3:8; Zac. 4:6).

b) En el Nuevo Testamento: Él es:

  1. El poder de la conducta y la fuerza necesaria para una vida santa (Gál. 5:16, 25; Sant. 4:5).
  2. El poder del servicio (Juan 7:37-39).
  3. El poder del testimonio (Lucas 24:48, 49; Juan 14:26-27; Hec. 1:8; 4:8; 1 Juan 5:6).
  4. El poder para la batalla (Efe. 3:16; 2 Cor. 10:4).
  5. El poder de la oración (Rom. 8:26, 27; 1 Cor. 14:15; Judas 20).
  6. El poder de la adoración (Juan 4:24; 1 Cor. 14:15; Fil. 3:3).
  7. El poder de la esperanza (Efe. 1:13-14; Gál. 5:5).

1.5 - Símbolos que lo representan en las Escrituras

a) En el Antiguo Testamento:

El aceite es el símbolo (de la unción) del Espíritu Santo (Zac. 4:2, 6).

– Su acción: la unidad y la paz (Sal. 133).

– La unción: 1 Samuel 16:13; Lucas 4:18; Hechos 10:38.

El olivo se menciona como uno de los frutos de Canaán (Deut. 8:8) = es una figura del fruto del Espíritu (Gál. 5:22).

El ungido, es una persona que ha sido consagrada por la unción con aceite. En el Nuevo Testamento, este título «el Ungido» está reservado exclusivamente al Señor Jesús.

Una paloma (Gén. 8:8-11): simboliza la pureza y la paz.

Una voz (1 Reyes 19:12-13) que habla (Núm. 7:89; Mat. 10:20), que guía (Is. 30:21; Juan 16:13), que advierte (Sal. 95:7; Hebr. 3:7, 15; Hec. 10:13, 15).

La lluvia y el rocío (Sal. 68:9; 72:6; 133:3): fecundantes, refrescantes, abundantes.

 

b) En el Nuevo Testamento:

Descendió del cielo sobre Jesús, en el bautismo de Juan, como una paloma (Mat. 3:16). La paloma es un emblema de la paciente mansedumbre de Cristo (no vino a condenar al mundo).

El aceite de las vírgenes prudentes nos habla del Espíritu Santo que poseen los auténticos creyentes (Mat. 25:1-9). Desea despertarnos a la venida del Señor y ver brillar nuestra luz en la noche de este mundo.

Se le compara con el viento que sopla «donde quiere» (Juan 3:8 = soberanía). Puede ser impetuoso (Hec. 2:2).

Se presenta como una fuente de agua en el creyente que brota para la vida eterna (Juan 4:14). Así, el agua es la figura como fuente abundante de vida y de energía refrescante.

También se presenta en forma de ríos de agua viva (Juan 7:38).

Está simbolizado por la mujer diligente que busca la moneda perdida (Lucas 15:8-10). La gracia actúa para salvarnos a través del Espíritu Santo.

Un colirio que se aplica a los ojos ciegos para que puedan ver (Apoc. 3:18).

1.6 - Sus operaciones (o funciones) en el Antiguo Testamento

Aunque la Escritura nos revela que el Espíritu Santo operaba en el Antiguo Testamento, no vino a la tierra como Persona divina hasta después de la ascensión de Cristo al cielo (Juan 16:17), en Pentecostés (Hec. 2). Los santos del Antiguo Testamento no lo poseían como tal.

El Espíritu Santo participa en la formación del ser humano. Él da la vida (Job 33:4; Sal. 104:30). Aunque el Creador es el Hijo de Dios (Juan 1:3; Col. 1:16; Hebr. 1:2), la Palabra de Dios también nos dice que el Espíritu Santo estaba presente en el momento de la creación (Gén. 1:2; Job 26:13; 33:4; Sal. 104:30; Is. 45:12).

Fue el Espíritu Santo quien inspiró a los autores de los textos bíblicos tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento (1 Pe. 1:10-11; 2 Pe. 1:21).

Los profetas eran mensajeros de Dios, movidos por el Espíritu Santo, para proclamar verdades eternas, para comprometer al pueblo de Dios a la obediencia y a la fidelidad, y para anunciar lo que estaba por venir. Cristo, el Mesías, es el gran tema anunciado en el Antiguo Testamento por los profetas: encontramos allí el nacimiento de Jesús, el lugar de su nacimiento, sus milagros, el precio al que fue estimado, sus sufrimientos, su grito en la cruz, su crucifixión y muerte entre dos malhechores, el hecho de que en su sed se le hiciera beber vinagre, sus manos y pies traspasados, la repartición de sus vestiduras y su resurrección. «Qué circunstancias indicaba en ellos (los profetas) el Espíritu de Cristo, el cual daba testimonio de antemano de los padecimientos de Cristo y de las glorias que los seguirían» (1 Pe. 1:11). Estas profecías se han cumplido al pie de la letra en parte, el cumplimiento de otras profecías aún está por llegar.

Los profetas solo podían decir lo que el Espíritu de Jehová les hacía decir: «Yo estaré con tu boca, y te enseñaré lo que hayas de hablar» (Éx. 4:12); «Dirás todo lo que te mande» (Jer. 1:7); «Así me ha dicho Jehová…» (Jer. 17:19); «Así ha dicho Jehová, el Señor» (Ez. 2:4; 3:11, 27).

Las actividades del Espíritu Santo son múltiples: contiende con el hombre (Gén. 6:3); ilumina su mente, lo hace inteligente (Neh. 9:20; Job 32:8); le da ciertas habilidades, como la sabiduría (Jueces 3:10; 6:34; 11:29; 13:25), la fuerza física (Jueces 14:6, 19), la capacidad de recibir revelaciones (Núm. 11:25; 2 Sam. 23:2; Ez. 2:2; 3:24).

El Espíritu de Dios capacitaba a los hombres para realizar un trabajo (les daba sabiduría, entendimiento y conocimiento) o una tarea que Dios les encomendaba: por ejemplo, fabricar un utensilio como el candelabro (Éx. 31:1-11; 35:30-35; 36:1-3), o para ser profeta.

En el tabernáculo, que es la morada de Dios en el desierto, todo debía hacerse según las instrucciones dadas por Jehová a Moisés (Éx. 25:40; Hebr. 8:5).

En cuanto a la Casa de Jehová en Jerusalén, David le dio a Salomón el modelo que había recibido por el Espíritu, porque la mano de Jehová estaba sobre él (1 Crón. 28:11-19).

Entendemos que nada podía ser dejado a la iniciativa de los hombres. Esta es una hermosa y solemne lección para el funcionamiento de la Casa de Dios en el Nuevo Testamento. La Asamblea es la única morada de Dios en la tierra.

1.7 - Sus títulos (o sus nombres) en la Palabra de Dios

2 - Segunda parte: El Espíritu Santo en la vida de Jesucristo

2.1 - Su nacimiento y su juventud

El Señor Jesús fue concebido y formado por el Espíritu Santo y por el poder de Dios (Mat. 1:20; Lucas 2:21). Nació de la virgen María. Desde su nacimiento, fue santo. Sobre su infancia, leemos que crecía y se fortalecía, estando lleno de sabiduría, y el favor de Dios estaba sobre él (Lucas 2:40). En Nazaret, donde creció, era sumiso a sus padres. Avanzaba en sabiduría y estatura, y en favor de Dios y de los hombres (Lucas 2:52). En su bautismo, el Espíritu Santo descendió sobre Él en forma de paloma (Mat. 3:16; Marcos 1:10).

2.2 - Su tentación en el desierto

Fue llevado por el Espíritu al desierto para ser tentado por el diablo durante 40 días (Mat. 4:1; Marcos 1:12-13), y lo venció mediante la Palabra de Dios (Mat. 4:1-11).

2.3 - Su ministerio en la tierra

Después de esto, en el poder del Espíritu, Jesús comenzó su ministerio (Hec. 4:14). Dios le había ungido con el Espíritu Santo y con poder (Lucas 4:18; Hec. 10:38).

Como hombre, el Hijo de Dios estaba lleno del Espíritu Santo (Lucas 4:1), que lo hacía actuar en obediencia a Dios en todas las cosas. Era por el Espíritu Santo que Jesús expulsaba a los demonios (Mat. 12:28).

Por el Espíritu Santo, Cristo se hizo hombre; por el Espíritu Santo, vivió su vida de perfección.

Hechos 10:38: «Dios ungió con el Espíritu Santo y con poder a Jesús de Nazaret; este anduvo haciendo el bien por todas partes y sanando a todos los oprimidos por el diablo; porque Dios estaba con él».

«Él (Jesús) fue justificado en el Espíritu» (1 Tim. 3:16). “Toda su vida, en todos sus detalles, muestra: que nació del Espíritu (Lucas 1:35), en todo su ministerio que el Espíritu estaba sobre él… El Espíritu está ahí, revelando a la fe la grandeza, la perfecta justicia de Jesús, y lo proclama como único justo, y perfectamente justo (justificado en el Espíritu). Y esto es lo que el Espíritu demostrará de manera brillante en la resurrección (Rom. 1:4)” A. Gibert.

2.4 - La Cruz de Cristo: Su muerte y su resurrección

Así, «por el Espíritu eterno», como hombre perfecto, Cristo «se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios» (Hebr. 9:14).

El poder de su resurrección demuestra que es una Persona divina, así como el valor y la eficacia de su muerte. El Espíritu Santo es llamado el Espíritu de santidad, porque fue para cumplir con los requisitos de la santidad de Dios que el Señor Jesús vino a sufrir en la cruz (Rom. 1:4).

El Espíritu de Dios resucitó a Jesús de entre los muertos (Rom. 8:11).

Cristo fue vivificado por el Espíritu (1 Pe. 3:18) = así fue vivificado después de su muerte.

2.5 - Después de su resurrección

El Señor dio órdenes a los apóstoles por el Espíritu Santo (Hec. 1:2), les anunció, de nuevo, que el Espíritu Santo vendría sobre ellos (Hec. 1:5 = el bautismo del Espíritu Santo) y que tendrían poder para ser testigos (Hec. 1:8).

En el Antiguo Testamento, la ofrenda vegetal corresponde a las perfecciones de la vida de Cristo como hombre en la tierra. La levadura, imagen del pecado, no entraba en su composición. La ofrenda preparada debía ser siempre de harina fina, untada con aceite y amasada con aceite, que es la imagen del Espíritu Santo (Lev. 2:4).

La ofrenda vegetal era salada, pues la sal preserva de la corrupción. El Señor, desde su nacimiento, era santo (Lucas 1:35), sin ninguna mancha.

3 - Tercera parte: El Espíritu Santo en el creyente

Preguntas / Respuestas

1 Corintios 6:19: «¿No sabéis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo que está en vosotros, el cual tenéis de Dios?»

Este tema no es Dios «entre nosotros», o «con nosotros», sino (mucho más) Dios «en nosotros».

El Espíritu Santo habita ahora durante el tiempo de la Iglesia en la tierra:

  • en el creyente (solo el cristiano posee el Espíritu Santo);
  • en la Iglesia (el conjunto de todos los verdaderos creyentes).

Estas son dos características esenciales del cristianismo.

Este es un privilegio maravilloso porque el creyente no solo ha recibido una naturaleza divina que ama hacer el bien, sino que tiene el poder para hacerlo: el del Espíritu Santo que habita en él.

 

1) ¿Cuándo bajó el Espíritu Santo a la tierra?

En Pentecostés (Hec. 2:1), según las promesas de Juan 14:26; 15:2 y Hechos 1:5.

2) En el bautismo del Espíritu Santo, ¿qué significa la expresión: «lenguas repartidas como de fuego»? (Hec. 2:2-4).

Lenguas: los discípulos serían desde entonces testigos que hablarían.

Repartidas: el evangelio sería predicado a todas las naciones, sin importar el idioma.

El fuego es el emblema del juicio. El evangelio sería en bendición eterna para toda alma que lo creía, pero en condena eterna para todos los que lo rechazaran.

3) ¿Cómo se produce el nuevo nacimiento?

Juan 3:3, 5-6: Es por el Espíritu Santo que nacemos de nuevo. El Espíritu Santo nos convence de pecado y nos revela los recursos de la gracia de Dios para el pecador, llevándonos al arrepentimiento, a la fe en Jesucristo y a la salvación. Nos da la seguridad de nuestra salvación. La Palabra de Dios es aplicada al alma por el poder del Espíritu Santo. Trae la vida (Fil. 2:16).

4) ¿Quién da la vida?

Es el Espíritu la fuente de la vida. Él da la vida a los que son salvados (Juan 3:5). Él da vida (Juan 6:63), al igual que el Hijo (Juan 5:21); da una vida nueva, una naturaleza nueva y divina, comunica la vida eterna. Es un Espíritu de vida (Rom. 8:2).

5) ¿Quién recibe el don del Espíritu Santo?

Juan 7:37-39: El que tiene sed y cree en Jesucristo, recibe el Espíritu Santo. Ha sido dado, y es dado, a todos los que son vivificados, purificados y redimidos. Es la parte exclusiva de los creyentes: «el mundo no puede lo recibir» (Juan 14:17).

6) ¿Cómo recibimos el Espíritu Santo?

Gálatas 3:14: La recepción del Espíritu Santo tiene lugar mediante la fe en Jesucristo. El Espíritu utiliza la Palabra de Dios para despertar al pecador, y cuando la Palabra ha sido recibida y creída, el Espíritu Santo produce el nuevo nacimiento. El que ha creído es entonces «nacido del Espíritu» y recibe personalmente el Espíritu Santo.

7) ¿Qué debe saber un cristiano genuino (verdadero creyente) sobre el Espíritu Santo?

1 Corintios 6:19: Sabe que su cuerpo es el templo del Espíritu Santo. Este es un privilegio exclusivo del creyente en la tierra. El Señor Jesús dijo: «Lo conocéis, porque mora con vosotros y estará en vosotros» (Juan 14:17).

8) ¿Viene el Espíritu Santo solo intermitentemente en el creyente, es un visitante pasajero?

1 Corintios 3:16; 2 Timoteo 1:14: No, el Espíritu Santo habita en nosotros, los creyentes (nuestro cuerpo es Su morada).

9) ¿Cuánto tiempo permanece con los verdaderos creyentes?

Juan 14:16: Está con ellos «para siempre».

10) ¿Qué significa: «Recibid el Espíritu Santo» (Juan 20:22)?

Al atardecer del primer día de la semana, según su promesa (Juan 14:19), el Salvador resucitado aparece en medio de los discípulos reunidos (20:19). Les muestra en sus manos y en su costado “la evidencia segura” de que su paz está hecha con Dios (Hec. 1:3). Les insufla la vida nueva (Gén. 2:7; 1 Cor. 15:45): es la vida de resurrección, la vida del hombre nuevo, la vida del Espíritu, dada en virtud de la muerte de Jesús. Pero todavía no es el Espíritu como Persona.

11) ¿Cuál es su obra en el corazón del creyente?

Juan 14:26; Juan 16:13-14: El Espíritu Santo nos enseña, nos conduce a la verdad.

12) ¿Qué hace con nosotros en relación con Cristo?

2 Corintios 1:21-22: El Espíritu Santo nos une firmemente a Cristo: estar unidos a Cristo no solo se refiere a la salvación individual, sino también a la nueva posición del creyente, como parte del Cuerpo de Cristo.

13) ¿Qué hace para manifestar que los que han creído son de Cristo?

Efesios 1:13: Los creyentes son sellados con el Espíritu Santo. «Sellados con el Espíritu Santo» es la señal (o marca) de que el creyente pertenece a Cristo. El sello no es una cuestión de experiencia, sino un hecho bendito que debe ser aceptado reconociendo la autoridad de la Palabra de Dios que lo afirma.

14) ¿Qué precioso testimonio da el Espíritu Santo en el corazón del creyente?

Romanos 8:16: El mismo Espíritu Santo «da testimonio con nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios».

15) ¿Qué es lo que el Espíritu Santo «derrama» en el corazón del creyente?

Es el amor de Dios que es derramado en el corazón del creyente a través del Espíritu Santo que le ha sido dado (Rom. 5:5). La fuente de este amor está fuera de nosotros. Dios nos hace capaces de amar como Él ama.

16) ¿Qué caracteres tiene e imparte el Espíritu Santo a los creyentes? ¿Da un espíritu de temor?

2 Timoteo 1:7: El Espíritu Santo es un Espíritu de poder, de amor y de sensatez. El Espíritu de Dios obra en y a través de nuestro espíritu y nos imparte estos tres caracteres.

17) ¿Qué hace el Espíritu Santo por los creyentes?

Romanos 8:26-27: Interviene a favor de ellos en relación con sus muchas necesidades, sus pruebas, sus perplejidades, sus pecados. Él es el vínculo entre la Iglesia en la tierra y su Cabeza glorificada en el cielo. Recibe lo que proviene del inagotable tesoro de amor de Cristo y lo comunica a los miembros de la Iglesia: consuelo en sus penas, fuerza en sus lágrimas y plenitud de recursos en sus debilidades.

18) ¿Qué fruto produce el Espíritu Santo en el corazón del creyente? ¿Cuáles son los caracteres de este fruto?

Gálatas 5:22-23: «El fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fidelidad, mansedumbre, dominio propio».

Solo el Espíritu Santo es capaz de producir ese fruto.

19) ¿Qué no debemos hacer nunca con respecto al Espíritu Santo?

Hechos 5:3: Mentirle (en el corazón), pues eso es mentirle a Dios (es una Persona divina).

Hechos 5:9: Tentarle (al contrario, debemos aprovechar la oportunidad para confesar el pecado).

Hechos 7:51: Resistirle (no rebelarse contra Dios y su Palabra).

Efesios 4:30: Entristecerlo (por falta de juicio propio: nuestra infidelidad será sentida en nuestro interior).

Debemos ser conscientes de que el Espíritu Santo está en nosotros, para que la humildad y el horror al pecado nos caractericen.

El relato del pecado de Ananías y Safira (Hec. 5:1-11) nos hace comprender qué es el pecado contra el Espíritu Santo.

20) ¿Cuál es la manera de no contristar al Espíritu Santo (impedir su acción)?

Hechos 24:16: Es tener una conciencia limpia ante Dios.

21) ¿Cuáles son los motivos que contristan al Espíritu Santo en el creyente?

Es negarse a escuchar Su voz (desobediencia), prestar atención a lo que dice el mundo que no lo conoce (incredulidad), conformarnos a este mundo (mundanalidad) y practicar el mal (el pecado). Le contrariamos, por ejemplo, con mentiras, con prácticas deshonestas, con palabras indecorosas, con la amargura, la ira, los arrebatos, los insultos y la maldad (Efe. 4:25-32). Debemos caminar ante Dios con humildad, mansedumbre, pureza y auto juicio, haciendo de corazón su voluntad.

22) ¿Qué lugar debemos dar al Espíritu Santo en nosotros?

Efesios 5:18: Sed llenos del Espíritu. Se trata de un estado que es a la vez ocasional y permanente, ya que en el texto griego original se utilizan dos verbos diferentes para designar estos dos estados.

Estado ocasional y repentino:

Antes del descenso del Espíritu Santo: Lucas 1:41-42 (Isabel); Lucas 1:67 (Zacarías).

Después del descenso del Espíritu Santo: Hechos 2:4 (todos los discípulos); Hechos 4:8 (Pedro); Hechos 4:31 (una asamblea); Hechos 13:9 (Pablo).

Estado permanente, duradero, habitual:

Hechos 6:3-5; 7:55 (Esteban hasta el martirio).

Hechos 11:24 (Bernabé).

Hechos 13:52 (discípulos de Antioquía de Pisidia).

Efesios 5:18: Se nos exhorta a estar en este estado permanente.

No podemos estar «llenos del Espíritu» simplemente pidiéndolo, u orando para ello. Estaremos llenos del Espíritu cuando nos sometemos a Dios en obediencia a Su Palabra, y estar llenos en un momento dado no es garantía de que siempre lo estaremos. Alguien que simplemente tiene un conocimiento intelectual de la Palabra de Dios no está lleno del Espíritu. Solo cuando esta Palabra llena nuestros corazones y dirige nuestras vidas, cuando Dios nos gobierna, que estamos llenos del Espíritu.

23) ¿Cómo podemos mantener la plenitud del Espíritu en nosotros? ¿Hay alguna condición?

Léase atentamente Juan 15:1-8. El mantenimiento de la plenitud del Espíritu en nosotros depende del estado de nuestro ser interior: si «permanecemos» en Cristo.

24) El Espíritu Santo nos es presentado bajo tres caracteres esenciales en el Nuevo Testamento. ¿Cuáles son? ¿Cuáles son sus respectivos significados?

El sello: Es el sello de Dios sobre el creyente como su propiedad. Estamos sellados después de haber creído, para la redención de nuestros cuerpos (Efe. 1:13; 4:30). El Espíritu Santo atestigua, autentifica que pertenecemos a Dios.

La unción: Tiene un doble significado:

a) La consagración (la aprobación divina) para un servicio: así se ve en el Antiguo Testamento y en Hechos 10:38. El aceite se derramaba sobre la cabeza de alguien para apartarla a un determinado cargo, como el sacerdocio (Éx. 29:7) o la realeza (1 Sam. 16:11-13). Hoy, la unción del Espíritu Santo da a cada persona una misión y la capacita para servir a Dios.

b) La capacidad de la mente para recibir y entender las cosas de Dios (1 Juan 2:20): el hijo de Dios está capacitado para entender lo que le agrada a Dios y vivirlo cual sea su edad en la fe.

Las arras: Esta es la certeza de las cosas que aún están en expectativa; hemos recibido las «primicias» del Espíritu Santo como «arras» de gloria. El Espíritu Santo es las «arras» (la promesa segura) de nuestra futura transformación en la imagen de Cristo (2 Cor. 5:5). En el griego moderno «arras» significa anillo de compromiso.

En resumen, por la unción tenemos el conocimiento, por el sello tenemos la seguridad, y con las arras en nuestros corazones, disfrutamos por anticipación (por adelantado) de las bendiciones reveladas y conocidas, para las que hemos sido sellados.

El hecho de que el Espíritu Santo habite en nosotros es un tesoro, un recurso inestimable.

25) ¿De qué el Espíritu Santo nos hace conscientes?

Romanos 8:15: Hace que el creyente sea consciente de su relación como hijo de Dios y pueda decir por el Espíritu: «Abba Padre» (Abba es un término hebreo que significa Padre, pero dando la idea del afecto más tierno y familiar que se desprende de esta relación filial).

26) ¿Qué poder tiene el Espíritu Santo en nosotros?

Lucas 24:48-49; Hechos 1:8: El Espíritu Santo es el poder de la nueva vida que hemos recibido, para dar testimonio.

27) ¿Cuál es una de las preciosas funciones del Espíritu Santo?

Juan 16:14: Es glorificar al Señor; este es el primer objeto de la venida del Espíritu Santo a la tierra.

28) Como Paráclito (Consolador y Abogado), ya que Jesucristo está en el cielo (Juan 14:16, 26; 1 Juan 2:1), ¿qué hace el Espíritu Santo por los creyentes en la tierra?

– Se ocupa de todo lo que nos concierne. Él es nuestro Defensor.

– Simpatiza con nosotros en nuestras angustias. Nos consuela y nos anima.

– Se identifica con nuestros intereses. Apoya nuestras causas.

– Se compromete a ayudarnos en nuestras debilidades.

– Es nuestro representante, se ocupa de los asuntos de cada uno de nosotros. Él es absolutamente, infinitamente competente y calificado para manejar cualquier cosa que se pueda hacer en favor nuestro, cuál sea la importancia de nuestras necesidades a través de todas nuestras dificultades.

29) ¿Qué nos enseña el Espíritu Santo?

Juan 14:26; 1 Juan 2:27: Él nos enseña «todas las cosas», especialmente las relativas a nuestra salvación. Nos recuerda las palabras del Señor Jesús para instrucción y alegría de nuestras almas.

30) ¿Adónde nos conduce el Espíritu Santo?

Juan 16:13-15: El Espíritu Santo nos conduce (o nos introduce) a toda la verdad. Nos hace comprender la Palabra de Dios (Efe. 1:16-18). La acción del Espíritu Santo siempre está de acuerdo con la Palabra de Dios escrita (Juan 16:13; 2 Tim. 3:14-17). Él es el Espíritu de verdad.

31) ¿Quién nos revela el Espíritu Santo?

El Espíritu Santo nos hace encontrar a Cristo en las Escrituras. Él nos ayuda en esta búsqueda (Juan 5:39; Efe. 1:16-18). Nos habla del amor de Cristo, y se deleita en llenar nuestros corazones con su Persona. Ha venido a revelar a nuestras almas los sufrimientos que fueron la porción de Cristo y las glorias del Hijo de Dios (1 Pe. 1:11).

32) ¿Cómo actúa el Espíritu Santo para nuestra conducta?

Como Espíritu de Cristo, forma nuestros afectos para el Señor Jesús, y regula nuestra conducta de acuerdo con el modelo que tenemos en Cristo Jesús (Rom. 5:5; 8:36; 1 Tes. 1:6; 1 Pe. 1:8, 11). Conducirse por el Espíritu se caracteriza por un fruto precioso (Gál. 5:22). Conducirse por la carne se caracteriza por obras nefastas (Gál. 5:19-21).

33) ¿En qué nos ayuda el Espíritu Santo?

Romanos 8:26-27: El Espíritu Santo nos ayuda a orar en nuestra debilidad, nos hace orar y ora por nosotros.

34) ¿Dónde podemos encontrar la sabiduría?

1 Corintios 2:13; 12:8: El Espíritu Santo es la fuente de toda sabiduría.

35) ¿Cuál es el arma ofensiva que el Espíritu Santo utiliza en nuestras batallas?

Efesios 6:17: Es la Palabra de Dios usada en el poder del Espíritu, como una «espada». Tenemos necesidad de vestirnos con la «armadura completa de Dios» (v. 11) contra las artimañas del diablo, con la oración necesaria para estar en la dependencia de Dios.

36) ¿Qué significa «emancipación»?

El Espíritu Santo lucha en nosotros contra la carne. Le da al creyente la fuerza para vencer, para que el pecado no tenga dominio sobre él (Rom. 8:2; Gál. 5:17, 22). La emancipación es la liberación del poder del pecado en nosotros. Cada creyente tiene en sí el poder (el poder del Espíritu) para vencer, lo cual es necesario para una vida santa. No necesita suplicar o luchar para tener “una mayor medida del Espíritu”.

37) ¿Cómo entendemos Santiago 3:11 en relación con el Espíritu Santo?

La lengua puede ser mal utilizada bajo la influencia de la carne. Nada, sino el poder del Espíritu Santo obrando en el corazón, puede refrenar la lengua.

38) ¿Cuáles son los tres medios para discernir la voluntad de Dios?

Son la oración, la Palabra de Dios y el Espíritu Santo (Sal. 143:10).

En un estado normal, la vida del creyente está dirigida por el Espíritu (Gál. 5:25), que quiere llenarlo (Efe. 5:18) y producir buenos frutos (Gál. 5:22).

39) ¿Qué significa el triple testimonio del Espíritu Santo de Juan 16:8-11?

Nos muestra el verdadero carácter del mundo y nos revela que el mundo está bajo el pecado (esta es su verdadera condición, pues no cree en Cristo), que está sin justicia (pues esta es inseparable de Cristo, que es la única justicia válida para un alma ante Dios), y que va a ser juzgado.

40) ¿Cómo distinguir entre nuestros pensamientos (humanos) y el pensamiento del Espíritu?

Es confrontándolos con la Palabra de Dios.

41) ¿Cómo nos guía el Espíritu Santo?

El Espíritu Santo puede mostrar una dirección y enviar siervos (Hec. 13:4). Pero también puede impedirles que sigan un determinado camino (Hec. 16:7).

42) ¿Qué da a nuestro corazón?

El Espíritu Santo da paz y alegría. Produce esperanza en el creyente (Hec. 13:52; Rom. 14:17; 15:13; Gál. 5:22; 1 Tes. 1:6).

4 - Cuarta parte: El Espíritu Santo en la Iglesia

Efesios 2:19-22: «Así, pues, ya no sois extranjeros ni forasteros, sino que sois conciudadanos de los santos y de la familia de Dios; edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo Cristo Jesús mismo la piedra angular; en quien todo el edificio bien coordinado crece hasta ser un templo santo en el Señor; en quien también vosotros sois juntamente edificados para morada de Dios en el Espíritu».

 

1) El Espíritu Santo bajó personalmente a la tierra el día de Pentecostés como fruto de la redención y de la elevación del Señor Jesús al cielo. La presencia del Espíritu Santo está íntimamente relacionada con la ausencia personal del Señor después de la redención. Se trata de una nueva dispensación. El Espíritu Santo fue enviado por Dios Padre y por el Señor Jesús después de su glorificación en el cielo (Juan 14:26; 15:2).

2) La Asamblea (o la Iglesia) comenzó a formarse el día de Pentecostés (Hec. 2) por el Espíritu Santo que bajó del cielo: es lo que la Palabra de Dios llama el bautismo del Espíritu Santo (Hec. 1:5; 1 Cor. 12:13).

El Espíritu Santo habita en cada uno de los creyentes y los forma en un Cuerpo, uniéndolos a Cristo como Jefe: la Cabeza de la Asamblea (1 Cor. 3:16-17; 6:15; 12:13; Efe. 5:30). Unidad no significa uniformidad. El Espíritu que habita en cada creyente garantiza la futura resurrección de los creyentes fallecidos (Rom. 8:11). La Iglesia de Dios se presenta en el Nuevo Testamento como la Casa de Dios, el Cuerpo de Cristo y la Esposa de Cristo.

La actividad del Espíritu Santo en la Iglesia es, sin duda, poco conocida, y quizá incluso olvidada en la actualidad por algunas partes de la cristiandad.

Sin embargo, el buen funcionamiento de la Iglesia resulta de la actividad del Espíritu Santo en la tierra (la Iglesia es el fruto de la obra del Señor en la cruz, es el fruto de la muerte de Cristo).

3) Dios habita por el Espíritu en la Iglesia (Hec. 2:22; 1 Cor. 3:16; Efe. 2:22). La Iglesia está formada por todos los que creen en Jesús, el Hijo de Dios. El Espíritu Santo está presente en la tierra. Allí permanecerá hasta el día en que la Iglesia sea arrebatada al cielo para encontrarse con su Señor (1 Tes. 4:16-17).

4) El Espíritu Santo es una Persona divina que habita en la Asamblea: ciertamente entendemos que debemos dar al Espíritu el primer lugar, esperando su acción en los distintos miembros de la asamblea, según la Escritura. Nada ha cambiado hoy en cuanto a su presencia en la Iglesia. Ninguna parte de la Escritura está fuera de lugar desde un punto de vista práctico.

5) El Espíritu Santo pudo producir en los apóstoles y en los primeros cristianos, que estaban llenos de Él, dones extraordinarios como el de lenguas y el de curación; estos fueron llamados “dones ornamentales” (Hec. 2:6-12). Estos dones «señales» para acreditar la Palabra de Dios, al principio, no estaban destinados a perdurar (véase 1 Cor. 13:8).

6) Como Espíritu soberano, es decir, como Dios, el Espíritu Santo distribuye dones en la Iglesia; se trata de capacidades espirituales (o carismas) otorgadas a cada creyente. Estos dones de «gracia» son para el bien común y el beneficio de todos, no para hacerse valer (1 Cor. 14). Existe una gran diversidad de dones distribuidos a diferentes individuos por la sola voluntad del Espíritu Santo (1 Cor. 12:8-11; 1 Pe. 4:10). No confundamos el don del Espíritu Santo con los dones del Espíritu Santo.

Hay dos tipos de dones:

– dones-señales, dados como medio para atraer a un mundo incrédulo.

– dones que fluyen desde la Cabeza para nutrir el Cuerpo.

7) Siendo Todopoderoso, el Espíritu puede actuar sobre otros seres que los creyentes, como hombres malvados (Balaam, Saúl, Caifás). Pero se trata entonces de meros instrumentos; no es un «don» como en el Nuevo Testamento (véase el Sal. 68:18).

8) El Espíritu Santo utiliza los dones para que la Iglesia sea edificada. Para ello, los santos deben ser perfeccionados y calificados según el lugar que les corresponde en el Cuerpo de Cristo (Efe. 4:12-13). El propósito supremo de la obra del Espíritu Santo, como declara Cristo, es glorificarlo (Juan 16:14). Hace valer los derechos de Cristo. Actúa en la Iglesia de forma soberana y con justicia.

9) El Espíritu Santo elige y establece supervisores en las asambleas (Hec. 20:28). Lo ha hecho a través de los apóstoles, que ocasionalmente delegaron esta tarea en otros (Tito 1:5), pero no es la Asamblea la que los establece. Hoy en día, el Espíritu Santo prepara y levanta supervisores y líderes en las asambleas. Estamos obligados a reconocerlos.

10) El Espíritu Santo llama a los siervos, los califica y los dirige en su servicio (Hec. 1:8; 1 Cor. 12). Incluso puede guiarlos sin hablar (Hec. 16:6-7).

11) En Hechos 8:29; 10:20; 13:2, 4; 21:4, vemos cómo el Espíritu guía a los creyentes.

12) El Espíritu Santo también debería dirigir a los santos en las diferentes reuniones en las que los creyentes se encuentran en torno al Señor Jesús, de acuerdo con Mateo 18:20. A esto se le llama dependencia del Espíritu Santo (léase atentamente 1 Cor. 12 al 14). La rutina y la tradición son muy peligrosas.

13) El crecimiento espiritual de una asamblea se debe a la acción del Espíritu Santo adaptada a sus necesidades y condición:

El primer resultado es la edificación a través de los dones; por este medio, el Espíritu proporciona lo necesario para su desarrollo. Esta edificación siempre encuentra su fuente en la Palabra de Dios (Hechos 9:31; 1 Corintios 14:5).

El segundo resultado es la conducta en el temor del Señor, que es una prioridad de primer orden.

El tercer resultado es que, a pesar de todos los obstáculos y la oposición, el Espíritu Santo consuela y anima a los santos.

14) La acción del Espíritu Santo es libre: «El viento sopla de donde quiere» (Juan 3:8). El viento es un símbolo del Espíritu Santo. No actúa según reglas definidas o fijadas de antemano. Él es soberano.

15) ¿Qué significa el versículo: «Donde está el Espíritu del Señor, hay libertad»? (2 Cor. 3:17).

El creyente ya no tiene restricciones legales, posee la vida y la libertad que van de par (en oposición con la ley y la esclavitud); el Espíritu Santo ahora dirige su alma a Cristo que está en la gloria del cielo donde puede contemplarlo.

16) Se nos exhorta a aplicarnos a «guardar la unidad del Espíritu» (Efe. 4:3).

Es importante distinguir entre la unidad del Cuerpo y la unidad del Espíritu. La unidad del Cuerpo está formada por el Espíritu Santo que une a los creyentes con Cristo y entre sí como miembros de un solo Cuerpo. Esta unidad es intangible, firme y definitiva. Pero también hay «un solo Espíritu» que es la fuente de todo bien (pensamiento, palabra u obra), de modo que en el Cuerpo de Cristo debe reinar siempre un solo pensamiento: el del Espíritu.

Es esta unidad del Espíritu la que debemos procurar guardar. Se ha dicho con razón: “Podemos caminar individualmente según el Espíritu, pero la unidad del Espíritu implica un caminar colectivo”.

Al ser conscientes de que somos miembros de «un solo Cuerpo», nos daremos cuenta de que no debemos caminar meramente como individuos, sino unidos los unos a los otros en un solo Cuerpo y, como tales, debemos aplicarnos a ser guiados por un solo pensamiento: el del Espíritu. Esta unidad del Espíritu no es una mera uniformidad de pensamiento, ni una unidad resultante de un acuerdo o de concesiones mutuas, que puede estar muy al margen del pensamiento del Espíritu. H. Smith.

17) La acción del Espíritu Santo puede ser obstaculizada o sustituida por el espíritu de este siglo (o del mundo) en la asamblea. Si este es el caso, la Iglesia sufre y el Señor es deshonrado por este estado de desorden (Rom. 12:2; 1 Cor. 2:12).

18) El diablo siempre trata de copiar y falsificar lo que hace Dios, lo que hace el Espíritu Santo, incluso mediante milagros (2 Tes. 2:9). El creyente que se deja guiar por el Espíritu y por la Palabra de Dios puede darse cuenta de lo que es de Dios y lo que no.

19) No se dice, y no hay ningún ejemplo en la Palabra de Dios, que debamos orar o adorar al Espíritu Santo. De hecho, el propósito de toda la acción del Espíritu Santo no es glorificarse a sí mismo, sino glorificar a Cristo (Juan 16:14).

Los creyentes deben adorar mediante el Espíritu y orar mediante el Espíritu (Fil. 3:3; Judas 20).

En Juan 4:13-14, Cristo da el Espíritu Santo al creyente como una fuente viva de gozo inagotable y divina: nos alegramos en Dios por medio de nuestro Señor Jesús por el poder del Espíritu.

En Juan 4:23-24, el Espíritu Santo es el poder para adorar. ¿Qué es lo que tiene valor para Dios ahora? Verdaderos adoradores que adoran al Padre en espíritu y en verdad. ¿Qué son? Sus hijos. «El Padre busca a los tales que le adoren». Él reúne a sus hijos, los forma a Su propia alabanza, pone el Espíritu Santo en ellos para darles conciencia de su relación con Él mismo, y para que, teniendo esa conciencia, se acerquen a Él como de su Dios y Padre. El culto es la verdadera expresión de la alabanza y acción de gracias desde el corazón a través del Espíritu Santo”. W. Kelly.

Estas expresiones bíblicas dejan de lado todos los ritos, todas las formas judaizantes y todas las fórmulas humanas de oración. Y también indica que el Espíritu Santo no debe ser contristado, sino libre de actuar. Debemos darnos cuenta de cuál es la dependencia y la guía del Espíritu Santo, con el sentimiento de que es el único poder autorizado para actuar, que excluye toda organización humana. Oramos, cantamos, adoramos por el Espíritu Santo (1 Cor. 14; Fil. 3:3).

20) El Espíritu Santo es un freno al desarrollo del mal en el mundo: «retiene» la explosión o el estallido del mal en la tierra (2 Tes. 2:6-7).

21) Cuidemos de no apagar el Espíritu Santo. En la asamblea, se puede apagar si los hermanos no ejercen los dones que han recibido (1 Tes. 5:19). Se apaga como se apaga una luz. Los obstáculos a su acción son también los pensamientos carnales, las doctrinas extrañas o el pecado (como en Corinto). Las divisiones o la tolerancia del mal en el seno de una asamblea también pueden apagarlo.

22) ¿Qué significa «sembrar para el Espíritu» (Gál. 6:8)? Actuar por el Espíritu tendrá su brillante recompensa, no solo aquí en la tierra, sino en la vida eterna.

23) El Espíritu Santo conduce los pensamientos de la Esposa hacia el Esposo. Despierta su corazón. El Espíritu se dirige a los creyentes que han olvidado la verdad del regreso de Cristo para buscar a su Esposa, o que la ignoran. Desea dejar esta tierra, donde ha conducido cuidadosamente a la Iglesia por el desierto, y llevar a la Esposa, el fruto de su actividad, al lado del Hijo de Dios en el cielo (Apoc. 22:17).

24) Al final del período de gracia, el Espíritu Santo dejará esta tierra, junto con la Iglesia, en el momento de su arrebato (2 Tes. 2:7).

25) En el Apocalipsis, el Espíritu Santo es llamado: «el Espíritu» (Apoc. 2 y 3), «los siete Espíritus de Dios» (4:5; 5:6), «el espíritu de la profecía» (19:10).

Los tres nombres dados al Espíritu Santo corresponden a tres períodos distintos. Durante los juicios del Apocalipsis, Él actuará como en el Antiguo Testamento, pero sin estar presente en la tierra como en el período actual.

26) Las respuestas a las preguntas anteriores y a los diversos puntos tratados deben arrojar luz sobre las desviaciones y los errores que afectan al Espíritu Santo en la cristiandad: bautismo y efusión del Espíritu Santo, falsos milagros, don de lenguas. Ocuparse con la verdad nos permite discernir el error. Detectamos la mentira conociendo la verdad, no ocupándonos del mal.