SATANÁS

Satan (7854, שָטָָן), «adversario; Satanás». Este vocablo aparece 24 veces en el Antiguo Testamento. La mayoría de ellas se refiere a la lucha cósmica en el mundo invisible entre Dios y las fuerzas de las tinieblas.

En Sal. 38:20, David clama que sirve de blanco de los ataques de sus «adversarios». Posiblemente sufria por sus errores; y dentro de su voluntad permisiva, Dios usa a los enemigos de David para disciplinar a su siervo. Otro salmo expresa la angustia de un hombre santo y su profunda fe en el Señor. El autor ora por los «adversarios» de su alma: «Sean avergonzados y desfallezcan los adversarios de mi alma. Sean cubiertos de vergüenza y de confusión los que buscan mi mal» (Sal. 71:13 RVA). El texto habla de la realidad de los poderes de las tinieblas que se oponen a una persona que quiere vivir para Dios.

Los salmos imprecatorios claman por juicio contra los enemigos, reflejando la batalla en el mundo invisible entre las tinieblas y la luz. Aunque los enemigos de David pasaron a ser sus «adversarios», siguió orando por ellos (Sal. 109:4). Puesto que sus enemigos le pagaron mal por bien y odio por amor, el rey ora: «Levanta contra él a un impío, y un acusador [satan] esté a su mano derecha» (Sal. 109:6 RVA). Cuando hablaron mal en contra de su alma, David reclama la retribución del Señor para sus «adversarios» (Sal. 109:20) y, finalmente, debido a que los acusadores de David tramaban tanto mal en su contra, pide que sus acusadores sean vestidos de ignominia y confusión (Sal. 109:29). En todos estos pasajes, Dios actúa indirectamente al permitir que se levanten «adversarios» de su pueblo.

En otro caso, David mostró misericordia con los miembros de la casa de Saúl que le maldijeron y desearon mala suerte cuando huyó de Absalón (2 Sam. 16:5ss). David impidió que los jefes de su ejército matasen a los de la familia de Saúl que se arrepintieron de sus delitos. El rey no quiso que sus jefes se convirtieran en sus «adversarios» en un día de victoria y regocijo (2 Sam. 19:22).

Dios también puede ser «adversario». Cuando Balam fue a maldecir a los hijos de Israel, Dios le advirtió que no lo hiciera. Cuando el profeta se empeñó en hacerlo, Dios lo disciplinó: «Pero el furor de Dios se encendió cuando él iba, y el ángel de Jehová se presentó en el camino como un adversario suyo» (Núm. 22:22 RVA). Dios se colocó como un «adversario» porque ninguna maldición podría deshacer los pactos y acuerdos ya hechos con Israel.

Dios entabló una controversia en contra de Salomón. Cuando este añadió cada vez más mujeres paganas a su harén, Dios se sintió sumamente molesto (Deut. 17:17). Sin embargo, cuando el rey construyó santuarios paganos para sus mujeres, Dios levantó «adversarios» contra él (1 Reyes 11:14). Esta oposición directa fue la causante de la insurrección de los edomitas y sirios contra Israel.

Otro caso de intervención especial fue cuando «Satanás [lit. «un adversario»] se levantó contra Israel e incitó a David a que hiciese un censo de Israel» (1 Cr. 21:1 RVA). (Puesto que en hebreo no se encuentra en este caso un artículo definido, se trata literalmente de «un adversario».) En un pasaje paralelo, fue Dios el que motivó a David a censar a Israel y Judá (2 Sam. 24:1). Como en los casos en que Dios levanta un «adversario» en contra de Salomón, aquí también Dios actúa directamente para probar a David con el fin de enseñarle una lección importante. Dios pone a prueba a creyentes para que puedan tomar decisiones justas y no depender de sus propias fuerzas.

En el libro de Job, la palabra Satan siempre va precedida del artículo definido (Job 1:6-12; 2:1-7), por lo que el término aquí enfatiza el papel de Satanás como «el adversario». Dios permitió que Satanás probara la fe de Job y el adversario impuso muchos males y dolores sobre el patriarca. Satanás no era todopoderoso puesto que admitió su incapacidad de sobreponerse a la protección de Dios para con Job (Job 1:10). Penetró la «cerca» solamente con la autorización divina y únicamente en instancias específicas que demostrarían la justicia de Dios. Job fue el campo de batalla entre las fuerzas de las tinieblas y de la luz. Aprendió que a Satanás podía derrotar si tomaba buenas decisiones y que Dios se glorifica en cada circunstancia.

Zacarías narra una visión en que «Josué, el sumo sacerdote… estaba delante del ángel de Jehová y Satanás estaba a su mano derecha para acusarle [lit. «en calidad de adversario»] (Zac. 3:1 RVA). El Señor reprende al «adversario» (Zac. 3:2). Una vez más, Satanás entra en conflicto con los propósitos de Dios y de sus ángeles, sin embargo el «adversario» no es todopoderoso y está sujeto a la reprensión de Dios mismo.

Un uso más genérico de satan («adversario») se encuentra en 1 Reyes 5:4 (RVA): «Pero ahora, Jehová mi Dios me ha dado reposo por todas partes; no existe adversario ni calamidad». En otro caso, David se pasó al lado de los filisteos; al intentar pelear con ellos en contra de Israel, algunos de los líderes de los filisteos dudaron de la sinceridad de David, creyendo que sería un «adversario» en cualquier batalla entre los dos ejércitos (1 Sam. 29:4).

En la Septuaginta, el término es diabolos.

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